David Brooks La Jornada En medio de matanzas, huracanes, crisis fiscales en donde políticos seleccionados por ricos debaten qué tan poco deben los ricos a sus sociedades mientras le pasan la cuenta a los más vulnerables, en medio de la histeria en la calles decoradas de luces para que no se vea tan feo el lucro obsceno en nombre de Cristo, o sea, en medio de todo lo que anula la luz en estos los días más oscuros del año, nos salvan –a veces literalmente– infinitos actos de gracia. Cortejo fúnebre en Stratford, Connecticut, de la maestra Victoria Soto (imagen derecha), quien puso a salvo a sus alumnos y enfrentó al multihomicida que atacó en la primaria Sandi Hook el pasado viernes 14 de diciembre Foto Reuters Jóvenes de Ocupa Wall Street, religiosos, bomberos, veteranos de guerra, policías, artistas y músicos continúan apareciendo en zonas devastadas por el huracán Sandy para ayudar a desconocidos a limpiar los escombros, apoyarlos en su desolación, tratar de resuci