El ciberestado policiaco: Oliver Stone fustiga el orwellianismo de EU

Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada


    En una entrevista realizada por Abby Martin, de Russia Today (28/12/12), al célebre cineasta Oliver Stone y al historiador Peter Kuznick, éstos evidenciaron crudamente el Estado orwelliano de Estados Unidos (EU).
Russia Today se ha vuelto obligado referente de consulta para las dilectas mentes dialécticas (al igual que la prensa china) con el fin de equilibrar la apabullante cuan tóxica desinformación de los oligopólicos multimedia anglosajones.

Stone es muy severo con Obama, a quien acusa de haber codificado loscambios dentro del establishment, donde el ciberestado policiaco/orwelliano de EU sistematiza todos los datos de los ciudadanos, quienes carecen de lugar alguno para esconderse. ¡Pavoroso!
Kuznick –profesor de historia (versado en temas nucleares) de la American University (Washington)– critica que los ciudadanos en EU viven en una peceradonde el gobierno intercepta más de mil 700 millones de mensajes al día (¡supersic!)” de sus correos electrónicos, llamadas telefónicas y otras formas de comunicación. ¿Sólo en EU? ¿Alcanzarán los tentáculos del ciberestado policiaco/orwelliano de EU a los ciudadanos del TLCAN y de los numerosos países donde prosperan sus trasnacionales de comunicaciones de ensueño?
Kuznick y Stone realizaron una película y libro de 10 documentales (cada uno de una hora de duración) La historia no narrada de EU, inspirada de la famosa serie El mundo en guerra –de la década de los 70 sobre la Segunda Guerra Mundial, de la BBC–, que tomó cinco años de elaboración cuidadosa.
Martin pregunta a sus entrevistados en uno de los capítulos más atractivos de la serie –Obama: la gestión de un imperio herido– y el aspecto más perturbador de su presidencia.
A lo que contesta sin tapujos Stone que, debido a la pesadilla de la presidencia Bush, la población le ha perdonado a Obama ser un lobo con disfraz de corderopor haber representado una gran esperanza para el cambio, amén de ser muy inteligente. Pero considera que la administración Obama (un constitucionalistavive fuera de la ley, cuando sin leyes florece la ley de la selva.
A mi juicio, Stone pretende falsamente que se trata de un fenómeno meramente típico de EU y mucho me temo que sea la tendencia universal de la redición de un mundo hobbesiano ciberglobalista mucho más ominoso debido a las cadenas de esclavitud virtuales de las nuevas tecnologías, que hacen creer a los enajenados ciudadanos que son libres cuando mentalmente están más encadenados/condicionados que nunca.
El cineasta destaca la enormidad del sistema Pentágono, mientras, a juicio de Kuznick, Obama no rompió con la política de Baby Bush a escala doméstica: ahora se clasifican más documentos cuando prosigue la Enmienda del espionaje, la vigilancia y los ataques se han intensificado con drones (aviones militarizados no tripulados; nota: abundantes en la frontera EU/México).
Martin alude que el sistema Pentágono se ha sofisticado al dejar atrás lasodiosas políticas de la CIA mediante nuevos métodos fascinantes que permiten la ejecución metajudicial silenciosa que la hace más aceptable. Aprovecha para preguntar sobre la “reja (grid) de vigilancia” vigente en EU: un campo abierto (¡supersic!) de concentración donde no existe más necesidad de internar a la gente.
Kuznick y Stone ponen el dedo en la llaga del sistema Pentágono que cuenta conmás de un millón (¡supersic!) de personas con pases especiales (clearance) de seguridad que hacen de EU un Estado de pesadilla, un Estado 1984 (título de la clásica novela de George Orwell). ¡Uf!
Stone aduce que la parte triste del caso es que los jóvenes lo aceptan cuando los multimedia son conducidos por los dólares, la codicia y el rating.
A mi juicio, los jóvenes de EU están muy intoxicados por el marketingtecnológico, al unísono de la sobresaturación de pistolas, drogas, lascivia y el embrutecimiento lúdico de control masivo por una plutocracia perversa. Cuando despierten de su letargo, los jóvenes tomarán cartas adecuadas, como sucede en forma creativa con sus similares en los cuatro rincones del planeta, quienes rehúsan ser una vulgar base de datos del totalitarismo neoliberal tecnificado.
Kuznick aporta un dato estrujante: se gasta en EU en el rubro del espionaje de seguridad militar tanto como el resto del mundo combinado.
Martin calienta el caldo orwelliano y arremete contra la evisceración de las leyes, en especial mediante la Enmienda de Autorización de Defensa, que erradica el juicio legal, libertad fundamental de EU. Lo sigue en su pensamiento Stone, quien flagela tal primitivismo: una ciega adoración de lo militar y el patriotismo que ha dejado de lado a la moralidad, cuando un poderoso ejército sirve para defender al país y no para invadir otros y conquistar el mundo.
Kuznick critica el excepcionalismo de EU como ciudad sobre la colina, un regalo de Dios a la humanidad, que Madeleine Albright, secretaria de Estado de Bill Clinton, proclamó como la nación indispensable y hegemónica. Desde luego que EU no es laCiudad de Dios que preogonó el portentoso teólogo católico fenicio San Agustín de Hipona.
Kuznick evidencia la notable desinformación de la gente. No puede afirmar que se trata de algo deliberado, pero sentencia que el efecto es estupidizar a la población hasta el punto que no pueda pensar críticamente y se le pueda engañar con lo que sea. Tiene un alcance de atención de cinco minutos y una memoria de cinco minutos de lo que sucedió en el pasado. ¡Uf! Insisto: no se trata de un fenómeno local, sino del neoliberalismo ciberglobalista. Basta percatarse del nihilista efecto Televisa en el mundo latino.
Perturba el escepticismo de Stone sobre la nueva generación, aunque considera la existencia de patrones cíclicos transgeneracionales sin profundizar demasiado, como lo hace un poco más Kuznick, quien aduce que sus estudiantes quieren cambiar las cosas, pero en forma muy superficial al no abordar las causas profundas de los problemas: los patrones consistentes de la conducta de EU, que entienden mejor grupos como Ocupa Wall Street, en similitud a los movimientos de gran escala de los años 30, 60 y 70-80. ¿No será más bien que todas las decadencias exponen sus consistentes patrones cíclicos?
Ya en plena decadencia del imperio austro-húngaro y mucho antes de la eclosión cibernética –a mi juicio: de doble filo dependiendo del uso/abuso que se le impregne, así como de sus medios y fines axiológicos–, el genial escritor austriaco Robert Musil anunció el ominoso advenimiento del Hombre sin atributos como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y al anonimato de la masificación materialista carente de espiritualidad en medio del crepúsculo ambiental, donde resalta la orfandad de valores como la verdad y las opiniones –quizá, a mi juicio, lo más valioso de la genuina civilización occidental desde los helenos pasando por San Agustín de Hipona hasta la ilustración. Por ello el ciberestado policiaco de EU está condenado a su fugacidad, a menos que prevalezca la autodestructiva barbarie hobbesiana.