Ahorro e inversión: el “blanqueo” y otros instrumentos

Aldo Ferrer
Diario BAE

La tasa de ahorro del país es elevada, cercana al 30% del PBI, suficiente para tender a una tasa inversión/PBI del orden del 25% anual. Equivale a más de u$s100.000 millones. La Argentina está en condiciones de autofinanciar su desarrollo sin excluir aportes adicionales, complementarios, pero no sustitutivos del ahorro interno, que es siempre la fuente fundamental del crecimiento en los países exitosos. No depender del financiamiento externo y los criterios de los mercados especulativos y mantener niveles de deuda manejables con recursos internos son condiciones necesarias de la estabilidad macroeconómica, la soberanía y el fortalecimiento del desarrollo nacional.

Parte significativa del ahorro se esteriliza por la dolarización y la fuga de capitales. La propensión a dolarizar el ahorro frente a las situaciones de incertidumbre interna y/o externa es un antiguo problema de la economía argentina. La prolongada historia de inestabilidad y alta tasa de inflación, incluyendo la híper en varios períodos, contribuyeron a establecer ese mecanismo de defensa. El problema abarca a grandes operadores económicos y al pequeño y mediano ahorrista. Principalmente entre estos últimos, la dificultad de invertir los fondos en operaciones rentables en el exterior configuró la existencia de dólares en el “colchón” y cajas de seguridad. El stock per cápita de dólares billetes en la Argentina figura entre las más altas del mundo.

Hasta el derrumbe del régimen de convertibilidad, 2/3 de los depósitos y los préstamos estaban denominados en dólares. La situación era insostenible. La crisis agravó el problema de la dolarización y la fuga de capitales. La recuperación posterior de la gobernabilidad de la economía argentina, el restablecimiento de los equilibrios fiscales, monetarios y de pagos internacionales, permitió recuperar la existencia del Banco Central como autoridad monetaria y, del sistema bancario, como una pieza importante del sistema económico. El peso recuperó varias de las funciones básicas del signo monetario (medio de pago y unidad de valor), pero no la de medio de ahorro. De este modo, subsiste el viejo problema de la dolarización de parte del ahorro nacional y la fuga de capitales.

Es necesario restituir todas las funciones de la moneda nacional. Mientras subsistan las causas que determinan la dolarización, es conveniente retener los dólares en el circuito productivo interno. Uno de los instrumentos es desalentar la fuga de capitales impidiendo ahorrar en dólares. Esto induce a la aparición de una cotización de la divisa distinta de la paridad administrada por el Banco Central. El problema se agrava cuando los controles incluyen otras restricciones cambiarias. Las medidas recientes sobre el “blanqueo” de capitales pretenden recuperar activos en dólares no declarados. Constituye un paso en el sentido de recuperar divisas para el circuito productivo interno y las reservas internacionales. Se trata de una medida de emergencia porque, para la disciplina tributaria, la medida tiene el inconveniente de desalentar a quienes han cumplido con sus obligaciones fiscales. En definitiva, desde el punto de vista de la disponibilidad de divisas, el éxito dependerá de la magnitud que alcancen las operaciones.

Otro instrumento posible para retener los dólares consiste en depósitos dentro del sistema bancario. Los mismos alcanzaron un considerable nivel hasta el inicio del agravamiento de la fuga de capitales. Sin embargo, es un instrumento que puede convertirse en atractivo y funciona dentro de las reglas formales del sistema, sin incentivos como los del “blanqueo”. La tasa pasiva sería reducida y, considerando un spread razonable, la activa, más baja que la vigente para la colocación de deuda argentina, privada y pública Es probable que una buena cantidad de los dólares en el “colchón” y las cajas de seguridad retorne al circuito económico. Si el volumen de depósitos aumentara sustancialmente, probablemente la demanda para el financiamiento de exportaciones y de proyectos sustitutivos de importaciones sería insuficiente para movilizar la masa de recursos disponibles. El descalce de plazos plantea un problema y, también, la cobertura del riesgo de cambio. La ingeniería financiera del arbitraje de tasas de cambio y plazos es manejable.

En cualquier caso, instrumentos como el “blanqueo” o la retribución atractiva de los depósitos en divisas sólo pueden ser exitosos en el marco de sólidos equilibrios macroeconómicos, mantenimiento de altas tasas de crecimiento de la producción y el empleo y evolución razonable del nivel general de precios. En primer lugar, porque el fortalecimiento de la confianza de quienes ahorran en dólares dentro del sistema financiero argentino descansa en expectativas fundadas en la fortaleza de las finanzas públicas, los pagos internacionales y la competitividad de la economía argentina. En segundo término, porque una alta tasa de crecimiento e inversión asegura la demanda de recursos para aplicaciones rentables. Luego, porque en ese escenario se configuran las condiciones sociales y políticas de paz y seguridad, que refuerzan la confianza de los actores sociales en el potencial argentino y las perspectivas de desarrollo. Por último, porque en tales condiciones, disminuye la intensidad del problema de la fuga de capitales y fortalece la propensión a ahorrar en moneda nacional a mediano y largo plazo