Soberanía y espionaje; respuesta iberoamericana

Enrique Calderón
La Jornada    

       Luego de asistir a una reunión de jefes de Estado de los países productores de gas natural realizada en Rusia, el presidente constitucional de la República de Bolivia inició el regreso a su país, y se vio obligado a aterrizar en un aeropuerto de Austria, en virtud de que los gobiernos de Italia, Francia, España y Portugal negaron el permiso para que el avión boliviano que lo transportaba cruzara su espacio aéreo, para continuar el viaje a su destino siguiendo la ruta natural previamente definida.



El hecho de que se negara a un jefe de Estado el paso aéreo por naciones con las cuales tanto su país como su gobierno es reconocido como tal, constituye un agravio mucho más grave que el cometido por Vicente Fox con Cuba, con su célebre comes y te vas dirigido a Fidel Castro, sin importar su presencia como jefe de Estado de una nación reconocida como tal por el gobierno mexicano, hecho al que los medios de comunicación nacional trataron de restar importancia, pero que fue motivo de descrédito para nuestro país ante la comunidad internacional.
Mucho se comentó entonces esa pifia, aduciendo las conocidas limitaciones intelectuales de Fox, pero este no es el caso de lo sucedido al presidente constitucional de Bolivia, porque su comisión por parte de los gobiernos mencionados parece reflejar las viejas ideas europeas de superioridad y dominio, por encima de las leyes que debieran entender y respetar. El hecho de que la virtual detención del mandatario haya durado 11 horas y que en ese lapso funcionarios austriacos y un diplomático español hubiesen intentado inspeccionar el aparato, con la finalidad de cerciorarse de que en el mismo no viajaba un supuesto prófugo de quién sabe qué justicia, despeja cualquier duda sobre una posible confusión de esos gobiernos, y al mismo tiempo indica con claridad las ideas que tienen sobre la soberanía cuando se trata de países a los que consideran inferiores.
Porque podríamos preguntarnos si esos gobiernos habrían hecho lo mismo con el avión de Obama, de Putin o de la reina Isabel, aun sabiendo que en ese avión viajara alguno de los terroristas pagados para desestabilizar otras naciones. ¡Desde luego que no! Y entonces cabe la pregunta sobre cuál fue la motivación para cometer esta grave ofensa contra Bolivia, contra el pueblo boliviano y contra Iberoamérica en su conjunto.
Una posible respuesta son las semillas de odio y racismo que han caracterizado a gobiernos europeos por siglos, y que si bien parecían dispuestos a superar con la creación de la Comunidad Europea, hoy parecen ratificar con sus acciones, no obstante los fracasos que han venido acumulando en los últimos años y la condena mundial que ha tenido el racismo.
Otra posible razón, un poco más elaborada, puede darse en los viejos sueños colonialistas que tan buenas cosechas han podido obtener de nuestro continente, al igual que del continente africano, tal como están descritos en la obra maestra de Vargas Llosa El sueño del celta, aventuras que hoy parecen difíciles de ser instrumentadas ante la presencia de la nueva casta de líderes sudamericanos que incluye a Evo Morales, Hugo Chávez y al nuevo mandatario de Venezuela, así como a Lula da Silva, de Brasil; a Néstor y Cristina Kirchner, de Argentina; a José Mujica, de Uruguay; a Rafael Correa, de Ecuador; a Daniel Ortega, en Nicaragua, y, por supuesto, al gran líder iberoamericano Fidel Castro, cuyas gestiones están convirtiendo en realidad la conformación de un bloque regional latinoamericano inspirado en el sueño de Bolívar. Una región digna que busca se reconozca su lugar y sus derechos en el contexto mundial. En este sentido, las acciones de los gobiernos europeos mencionados podrían estar reflejando su enojo ante las dificultades que estos líderes les representan, para seguir viendo a nuestro continente como un botín puesto a su disposición.
Una tercera posibilidad, nada despreciable, ya mencionada por Cuauhtémoc Cárdenas, es que se trate de un simple acto lacayuno hacia el gobierno de Estados Unidos, que ha externado su enojo y voluntad de castigo hacia uno de sus agentes secretos, ante el hecho de que ese agente hubiese revelado algunas acciones de espionaje a gobiernos con los que supuestamente la administración estadunidense sostiene relaciones diplomáticas, políticas y comerciales de buena voluntad, incluyendo desde luego a los países iberoamericanos.
Pero es claro que no se trata de un acto de traición de ese agente a su país por razones de carácter comercial (venta de información), sino de un acto de conciencia al verse inmerso en actos indebidos realizados por su gobierno; por ello es que varias naciones le han ofrecido asilo político de acuerdo con las leyes internacionales, y siendo este el caso, aun si este agente hubiese viajado como pasajero en el avión boliviano, la sola voluntad del presidente constituye un acto de soberanía ejercido por esa nación, de manera que las pretensiones de revisión del aparato y del impedimento para continuar su vuelo no admiten justificación alguna. Así, estos lacayos parecen no haber comprendido de la historia que quienes exhiben ese comportamiento para congraciarse con sus amos sólo reciben como recompensa el seguir siendo tratados como lo que son: ¡lacayos!
La respuesta serena y coordinada de los jefes de Estado sudamericanos, para la continuación del viaje del presidente Morales, constituye un ejemplo de dignidad y solidaridad con el gobierno de Bolivia, que debe ser refrendado por la comunidad toda de las naciones del continente.
     En este sentido, la posición asumida por el gobierno mexicano de sólo lamentar el hecho resulta lamentable y una muestra de que lejos de rescatar la imagen de nuestro país en el contexto internacional, el gobierno actual de Enrique Peña Nieto parece seguir las mismas políticas de sometimiento tristemente exhibidas por los gobiernos panistas de los dos últimos sexenios; hago votos porque el mensaje de Cárdenas tenga un efecto positivo de cambio en la política exterior que México necesita para ser respetado y bienvenido en la nueva comunidad latinoamericana en proceso de gestación.  

 http://www.jornada.unam.mx/2013/07/13/opinion/021a1pol