¿Cambio de guardia en la Reserva Federal?

Alejandro Nadal
La Jornada

    En los próximos meses el presidente Obama deberá anunciar su decisión sobre el nuevo presidente de la Reserva Federal, la autoridad económica más importante en Estados Unidos. El actual jefe de la Fed, Ben Bernanke, ha anunciado que se retirará en enero de 2014 cuando expira su actual mandato. Se sabe que Barack está considerando una pequeña lista con los nombres de los posibles sucesores. Al día de hoy se perfilan dos candidatos punteros para suceder a Bernanke.

El próximo titular de la Reserva federal afrontará retos de gran importancia. En el contexto de la crisis económica y financiera, la Fed ha mantenido las tasas de interés a casi cero y ha asegurado que las mantendrá en esos niveles hasta que el desempleo se reduzca a un nivel aceptable. La Fed también se ha embarcado en un programa de flexibilización de su política monetaria, tratando de inyectar miles de millones de dólares en la economía estadunidense con sus programas de compras de bonos. En realidad, esos recursos no han entrado en la economía estadunidense. Pero ya el mismo Bernanke ha dejado flotar la idea de que la flexibilización monetaria podría estar llegando a un límite.
Hasta hace unos meses, Janet Yellen, actual vicepresidenta de la Reserva federal, era la candidata que casi todos consideraban la favorita para el puesto. Pero en las últimas semanas ha comenzado a sonar el nombre de Larry Summers, personaje rodeado de controversias y uno de los principales asesores de política económica de Obama.
Janet Yellen es uno de los funcionarios más influyentes en la Fed y en su Comité de operaciones de mercado abierto, el FOMC. En un análisis sobre la capacidad de predicción de los funcionarios de la Fed para los últimos tres años, la señora Yellen ocupó el primer lugar en aciertos dentro de un alto número de funcionarios. Sus predicciones sobre la evolución de la tasa de desempleo, la inflación y el ritmo de actividad han sido las más certeras. Quizás lo más importante es que Yellen se ha especializado en el tema de las causas e implicaciones del desempleo.
Dentro del sector financiero, los sentimientos frente a la Yellen son encontrados. Por una parte, los más conservadores la consideran demasiado expansionista y, desde esa perspectiva, piensan que en una coyuntura todavía más desfavorable (para los intereses del capital financiero) no combatiría la inflación con la tenacidad necesaria. Pero, por otro lado, dentro del mundo de las finanzas también se le ve como la mejor manera de asegurar la continuidad con la generosa fase tres de la flexibilidad cuantitativa (QE3) en la política monetaria introducida por Bernanke hace un año y que consiste en inyectarle al sistema bancario la prodigiosa suma de 40 mil millones de dólares mensuales con el fin de reactivar la economía.
Esta tercera fase de la política de flexibilidad monetaria no ha tenido el efecto deseado. Al igual que las dos fases anteriores, la QE3 también implica el remplazo de los activos tóxicos en las hojas de balance de los bancos con dinero fresco recién desplegado electrónicamente en sus cuentas con la Fed. Esas operaciones aumentan las reservas de los bancos, mismas que respaldan operaciones entre bancos, pero no pasan a ser créditos a las empresas o los consumidores. Los bancos se benefician, pero la economía no recibe ningún estímulo. O, para decirlo de otra forma, aunque los bancos se benefician mucho por el remplazo de sus activos tóxicos, no pueden hacer nada con esas reservas y la economía no recibe ningún estímulo. Los préstamos crean depósitos, pero las reservas no crean préstamos.
Bernanke anunció hace poco la posibilidad de ir modificando esta política de flexibilidad monetaria, lo que desencadenó cierta turbulencia en los mercados financieros internacionales. Janet Yellen podría extender por un periodo más largo el esquema de QE3. Los sectores más conservadores en el sector financiero insisten en el riesgo de la inflación, pero al mismo tiempo se frotan las manos cuando la Fed aplica su política de ‘flexibilidad’.
En cuanto a Larry Summers, se sabe que Obama le está considerando bajo presión de Wall Street. Este personaje irascible es un operador del mundo financiero. Es uno de los principales responsables de la desregulación financiera de los años 90. En particular, es el arquitecto de la abrogación de la ley Glass-Steagall (en vigencia desde 1933) que separaba las operaciones convencionales de la banca comercial de las operaciones de mayor riesgo de la banca de inversión. En buena medida la gravedad de la crisis financiera se explica por la eliminación de los controles sobre especulación que esa ley había establecido. Es un personaje torvo, bien conocido por sus desplantes sobre la subcontaminación en África o la incapacidad de las mujeres para realizar operaciones de gran abstracción matemática.
Pocas cosas cambiarían con Janet Yellen al frente de la Fed. Pero Summers sería la cereza del pastel de errores que ha cometido Barack Obama desde su llegada a la Casa Blanca.