Los proyectos nacionales y populares de América del Sur (Parte I)

Aldo Ferrer

Prevalecen, en la mayor parte de América del Sur, corrientes políticas y sociales que pueden caracterizarse como “proyectos nacionales y populares” (PNP). En la actualidad, todas ellas se expresan en el marco de la democracia.
Con diferencias, que reflejan la diversidad de las situaciones nacionales, los PNP tienen los siguientes rasgos comunes:
- Reclamo social: la pobreza y la exclusión social son rasgos dominantes de la formación histórica de nuestros países, crecientemente intolerables. En consecuencia, el reclamo por la justicia social es una demanda imperativa en el sistema político y la búsqueda del apoyo de los sectores de menores ingresos, un componente principal en la estrategia electoral de los partidos.- Reafirmación de la soberanía: la autonomía decisoria es una condición necesaria para el despliegue de los PNP. Se trata de posicionarse en el orden global a partir de la defensa de los intereses nacionales y de valores universales del género humano, sin sometimiento a los centros de poder internacional.
- Protagonismo del Estado: las políticas públicas asumen una responsabilidad principal en el comportamiento de la economía, la promoción del desarrollo y la distribución del ingreso. La transformación de la estructura productiva y su industrialización, así como también el desendeudamiento y la autonomía financiera, constituyen objetivos principales de los PNP. En éste, como en los dos objetivos anteriores, el planteo implica un rechazo frontal al paradigma neoliberal.
Estos objetivos confrontan con los intereses y visiones de los grupos hegemónicos, tanto en el plano interno, como en el internacional. Veamos:
- El medio interno. Los intereses locales asociados a las estructuras productivas establecidas, las relaciones emergentes de la desigualdad social, la posición subdesarrollada en el orden mundial y la expresión mediática de tal realidad están, por definición, enfrentados con los PNP y el protagonismo del Estado. Cuanto mayor es la desigualdad social y la concentración del poder, prevalecientes, mayor es la resistencia que cabe esperar. La misma se expresa, principalmente, en dos niveles. Por una parte, la denuncia de irracionalidad de planteos enfrentados con la sabiduría convencional. Por la otra, la exaltación del desorden económico, los conflictos sociales, la inseguridad y supuestos ostracismos del escenario internacional. Situaciones ignoradas bajo regímenes conservadores se convierten en escenarios caóticos y riesgos terminales inminentes que desautorizarían los PNP.
- El orden externo. En las antiguas economías industriales del Atlántico Norte prevalece el paradigma neoliberal. En ellas se prolonga la crisis desencadenada por la hegemonía de la especulación financiera y los intereses de los actores trasnacionales. Sin embargo, se siguen sosteniendo las mismas ideas y políticas responsables del fracaso. En consecuencia, los PNP prevalecientes en América del Sur cuentan, en mayor o menor medida, con la antipatía de la opinión pública internacional inspirada en la visión neoliberal y las malas calificaciones de las agencias evaluadoras de riesgo.
En la realidad, dadas las reglas de las instituciones internacionales y la dispersión actual del poder en el orden mundial, esta situación no se traduce en medidas de fuerza y/o represalias, como las comerciales, que obstaculicen las relaciones externas. En la esfera financiera puede suceder que se restrinja el acceso al crédito internacional y se impongan exageradas primas de riesgo que no reflejan la situación real de solvencia y cumplimiento de los compromisos externos. La desfavorable evaluación externa se asocia a las visiones concurrentes en los medios locales neoliberales para construir escenarios negativos que no reflejan necesariamente la realidad. Esta situación puede enfrentarse en la medida en que los PNP descansen en los recursos propios, sostengan sólidos equilibrios macroeconómicos y cuenten con suficiente respaldo político. En definitiva, prevalecen los hechos sobre las ficciones.
En cualquier caso, la convergencia de factores, internos y externos, hostiles a los PNP, constituye un desafío permanente. La experiencia histórica, nuestra y ajena, revela la existencia, en el pasado, de fracasos o interrupción de proyectos transformadores y el retorno a las políticas conservadoras. En el caso argentino basta recordar los golpes de Estado de 1930, 1955, 1962, 1966 y 1976 y los obstáculos al gobierno de Alfonsín.
Una explicación simplista reduce la causalidad de esta trayectoria al triunfo de la conspiración de los intereses dominantes, internos y externos contra los PNP. Existen, sin embargo, evidencias reveladoras de que los hechos resultan, asimismo, de errores e insuficiencias de la gestión económica y política de la transformación. La experiencia histórica enseña que no alcanza con “patear el tablero” del statu quo.
Simultáneamente, hay que “organizar las piezas en el tablero” para continuar el juego con otras reglas, funcionales a la soberanía, la transformación, la inclusión social y el desarrollo. Este es el mayor desafío que enfrentan hoy los PNP de América del Sur.
En la actualidad, para responder al riesgo de la recidiva, ¿cuáles son, entonces, en el marco de la democracia, las políticas que bloquean los intentos de desestabilización y viabilizan el éxito de los PNP?