La policía sigue disparando, los cuerpos se amontonan. En El Cairo, los baños de sangre son ahora un hecho cotidiano
Robert Fisk The Independient Fue una desgracia, un capítulo vergonzoso en la historia egipcia. Policías, algunos con capucha negra, abrieron fuego sobre las multitudes de simpatizantes de la Hermandad Musulmana desde la azotea del cuartel de policía de la calle Ramsés de El Cairo y calles aledañas. Incluso dispararon contra los vehículos en la carretera que va al aeropuerto. Y para presenciar su terrible tarea uno no tenía más que subir los escalones de mármol rosa de la mezquita de Al-Fath, pegajosos de sangre fresca la tarde de este viernes; contemplar los montones de heridos que yacían en tapetes y, en un remoto rincón, 25 cuerpos amortajados. El doctor Ibrahim Yamani levantó con delicadeza los vendajes de los cuerpos: tenían disparos en la cara, en la cabeza, en el pecho.