Davos

José Blanco
La Jornada [x]

     Fundado en 1971 por Klaus M. Schwab, profesor de economía de Suiza, el Foro Económico Mundial, que celebra una asamblea anual en Davos, Suiza, reúne ahí al mayor poder fáctico del mundo. Sí, es simplemente el mayor poder del globo. Por supuesto, no se trata de un bloque de poder: ahí las mayores fuerzas económicas del planeta se conocen, se reconocen, acuerdan, amplían acuerdos, se miden unos a otros, conforman una escuela del benchmarking de las bien disimuladas trapacerías que se ponen en acto para apoderarse de ventajas en el trajín comercial y financiero mundial; procuran entender sus rivalidades, cuya vara de medir es la tajada del producto planetario bruto del mundo del que logran apropiarse, y cuánto de esa tajada pueden convertir en riqueza acumulada. Claro, la misión por excelencia anunciada por el foro es el compromiso de mejorar la situación del mundo.

Producen informes de esto y aquello, y se mantienen atentos a la formulación anual de un Índice de Competitividad, qué lugares relativos ocupan 142 economías, en varios planos: un informe sobre la competitividad global, uno sobre la facilitación del comercio, un reporte sobre la información tecnológica y uno de viajes y turismo. Es importante para todos, desde luego un ranking por países, que tiene como trasfondo el liderazgo y dinamismo de las empresas que operan en esos países (aunque no necesariamente sean originarias de tales países). En 2013 el top ten fue como sigue: Suiza, Singapur, Finlandia, Alemania, Estados Unidos, Suecia, Hong Kong, Holanda, Japón y Reino Unido.
Desde luego, formulan la Agenda Económica Mundial Anual.
La base principal del foro son mil empresas globales líderes en sus áreas de actividad. Los CEO (acrónimo de chief executive officer) de estas empresas están vivamente interesados en saber con precisión cuáles son los mejores espacios para invertir los millones, o miles de millones, que perpetuamente están generando. Como usted debe suponer, los CEO de estas empresas son las personas más altamente remuneradas del mundo.
Aunque no son un bloque, tienen en común un interés vital: resguardar a muerte al capitalismo, para lo cual la inmensa mayoría de los estados están para servirles. Más aún, urgidos de servirles. Cada año son invitados los titulares del poder político de un determinado número de países quienes, dicho en su propio lenguaje, van a vender el país de que se trate. Este año tocó a México y Brasil, de América Latina. Vender significa, en voz del presidente de un país dado, que en su país “existen las mejores condiciones para que vayan e inviertan (por favor, se los suplico podrían decir si no fuera porque están presentes, en cada reunión, unos 500 medios del planeta).
Davos es un producto de la globalización que permitió poner en vitrina el dominio del poder económico sobre el poder político. Con mucho el discurso de los políticos, ya en el poder, ya en la oposición, es un discurso económico, que habla de cómo hacer lo mejor para atraer al capital. Sin pena ninguna practican profundas genuflexiones a los multimillonarios del mundo.
Como ya sabemos, se trata de hacer todo lo necesario para estar bien, con los mercados. Como también sabemos los mercados son ultrasensibles, y pueden irse si las condiciones mínimas no se cumplen.
Frente a la corrupción mantienen una actitud ambigua. En muchísimos casos, les facilita la vida; en otras se las complica porque aquí también hay competencia. De modo que saber qué pasa con la corrupción en este o aquel país, puede ser una información valiosa, si resulta funcional con los objetivos buscados por los aguerridos CEO.
Una de las fuentes de información sobre la corrupción es Forbes que, en este último foro, publicó la lista de los 10 políticos más corruptos de México, según la percepción de esa publicación.
La lista de Forbes de 2013 incluye a Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps, Raúl Salinas de Gortari, Genaro García Luna, Andrés Granier, Tomas Yarrington, Humberto Moreia, Fidel Herrera, Arturo Montiel y Alejandra Sota.
Una lista de 10, para México, es un número ínfimo. Son todos los que están, pero miles los que son y no están. Además parece una lista hoy día casi inocua. Casi todos carecen de poder decisivo, y como enlaces para los contratos y otros business no parecen ya piezas funcionales. En otras palabras, vaya usted a saber si no se trata de una lista corruptamente elaborada, que sirve de pan y circo para la opinión pública mexicana, no para nada que tenga que ver con piezas útiles a los CEO, que pueden ser tan corruptos cuanto sea necesario ser.
Estos señores prácticamente dueños del presente y el futuro del género humano han advertido en su foro de la semana pasada que es difícil crear empleo actualmente porque las economías avanzadas no han consolidado aún su recuperación y las emergentes frenan su aceleración. ¡Ah! “las economías…”: algo que parece no tener nada que ver con las propias empresas. Pero, especialmente en los países desarrollados, las empresas que gestionan la inmensa mayor parte de las economías (la producción, la circulación mercantil, el financiamiento, la salud, la educación, la vivienda, la construcción y gestión de la infraestructura, hasta el diseño y manufactura de los artefactos espaciales) se hacen los occisos, y aseguran que ahora que las economías funcionen, invertirán. El cinismo de los beneficiarios de las políticas neoliberales es inefable.