La inminente estrategia de la derecha [anti]nacional

Santiago Fraschina
Nac&Pop [x]
Sería imposible que las políticas neoliberales se aplicaran en un contexto de normalidad, ya que encontrarían la resistencia de la gente.
Naomi Klein, en su libro “La doctrina del shock”, describe la implementación de las políticas neoliberales, de alto carácter antipopular, en distintos países del mundo.

Su hipótesis central es que el neoliberalismo pudo imponerse a partir de algún desastre, provocado tanto por la naturaleza como por el hombre.

Por ejemplo, tras el tsunami en el Sudeste Asiático que arrasó la ciudad de Sri Lanka, el gobierno de ese país aprobó una ley para privatizar los servicios de provisión de agua y electricidad.

El avance del neoliberalismo se ve facilitado en estos contextos, debido a que la población, frente a la catástrofe, está más predispuesta a soportar medidas extremas y antipopulares.

Klein va aun más lejos afirmando que sería imposible que las políticas neoliberales se aplicaran en un contexto de normalidad, ya que encontrarían la resistencia de la gente por sus consecuencias nefastas para el plano social.

El ejemplo citado describe una catástrofe natural, sin embargo los desastres pueden ser además generados por el hombre.

Más específicamente, por grupos económicos interesados en la aplicación de un programa de políticas de derecha, que por supuesto implica garantías de hegemonía para el sector.

En 1989 en la Argentina se produjo una corrida cambiaria, generada fundamentalmente por los acreedores externos ante el default declarado por el gobierno radical, que terminó en la crisis hiperinflacionaria, los saqueos y la salida anticipada de Alfonsín.

El resultado final: la aplicación del paquete de medidas del Consenso de Washington que llevó adelante el gobierno de Carlos Menem, caracterizado por la apertura comercial, la desregulación de los mercados, las privatizaciones y la flexibilización laboral.

Lo importante de este proceso fue que los grupos de poder beneficiados, contaron con una amplia facilidad para la aplicación de estas políticas, sin ninguna resistencia por parte de la población, debido al “shock” que había generado previamente la crisis hiperinflacionaria.

Las consecuencias en el mediano plazo de este plan orquestado por los organismos internacionales fue la pauperización económica y social del país: crecimiento del desempleo, pobreza, indigencia, concentración del ingreso, desindustrialización de la economía nacional, endeudamiento externo, fuga de capitales, entro otras.  

En la actualidad la derecha argentina está actuando para generar un desastre económico y social.

A diferencia de lo que se cree generalmente, la derecha no necesita que este proyecto termine, necesita que termine mal.

Esto va a permitir que las políticas neoliberales se puedan aplicar nuevamente en la Argentina.

Por eso necesitan la pulverización del modelo actual, una caída estrepitosa.

En otras palabras, necesitan de un desastre que prepare el terreno para generar nuevamente la caída del salario real de los trabajadores, el aumento de la pobreza, la concentración del ingreso, el aumento del desempleo; reduciendo así al mínimo la tensión social que esto provocaría.

Frente a esta necesidad, la derecha desarrolla tres estrategias bien definidas:

1.       La instauración del miedo: consiste en la utilización de los medios de comunicación hegemónicos, para la repetición e instalación sistemática de temáticas que, a partir de la apelación constante a distintos momentos de la historia nacional, generan pánico en la población.

Por ejemplo: inflación, dólar e inseguridad.

Los objetivos de esta estrategia son paralizar a la sociedad y facilitar así la aceptación en torno a medidas conservadoras y extremas.

Un sujeto con miedo se queda encerrado en su casa, viendo TN, creyendo que tanto el vecino como el comerciante son enemigos.

Finalmente volcará su voto a las opciones conservadoras de derecha como Massa, Macri o De Narváez.

Se busca además, como último objetivo, despolitizar a la sociedad y sobre todo a la juventud; ya que una sociedad apática y no involucrada, es fácilmente conducible por los sectores de poder.

2.       Promoción de la idea de un gobierno que estaría terminado: el objetivo es difundir e implantar la sensación de vacío de poder, la imagen de un gobierno ineficiente, estructuralmente corrupto y desorientado.

A esto se suma la difusión del fin de ciclo del proyecto nacional.

Es decir, no sólo el gobierno ya no sabe cómo resolver los problemas del país, sino que además está condenado a finalizar en el corto plazo.

Esta estrategia apunta, entre otras cosas, a generar consenso en torno a la posibilidad de una salida anticipada del gobierno nacional, y de ser posible, antes de la aplicación de la ley de medios.

El mensaje es entonces: “para qué tolerar un gobierno que no sabe que hacer, y si hace algo está mal, si además es un gobierno que tarde o temprano va a terminar”.

3.                 La generación de un caos económico: anteriormente los grupos económicos concentrados y la derecha nacional recurrían a los golpes de Estado.

Sin embargo, actualmente ante la imposibilidad de los mismos recurren a los golpes de mercado, que consisten en la generación de inflación, combinada con corridas cambiarias, que luego se traducen en mega devaluaciones.

El objetivo final es arribar a una crisis hiperinflacionaria que pulverice al gobierno nacional en términos políticos.

No es casual, que exista la práctica de almacenar la cosecha, reduciendo la oferta del dólar, mientras simultáneamente a través de los medios de comunicación se incentiva la demanda de esta divisa, intentando producir el estrangulamiento del sector externo vía la caída de las reservas, para forzar una mega devaluación del peso nacional.

Todo esto, además, en un contexto donde los medios de comunicación hegemónica instalan la comparación permanente entre la actualidad y el Rodrigazo, la crisis hiperinflacionaria del 89 y la crisis del 2001.

Una población asustada, la instalación mediática de un gobierno débil, corrupto, sin futuro e ineficiente, sumado al caos económico; son factores que constituyen el combo perfecto para la generación de un desastre y la posibilidad objetiva y concreta que permita un nuevo avance de la derecha y las políticas neoliberales en nuestro país.

El final de la historia es el ascenso de un gobierno conservador, apuntalado por los grupos dominantes, que esgrime el discurso “el populismo nos condujo al desastre, ahora viene la racionalidad económica”.

Esta supuesta racionalidad será por supuesto apoyada por todas las consultoras privadas supuestamente objetivas y los organismos financieros internacionales.

Hablamos del regreso de la apertura, la flexibilización, la privatización, la desregulación; una nueva pauperización de los sectores populares y las clases medias.

Sin embargo, el ciudadano lo aceptaría, ya que “peor era el caos del populismo”.      
SF/

·        economista del GEENaP