La política exterior de EU y sus pensadores

Emir Sader
La Jornada [x]

      Perry Anderson, el más importante pensador marxista contemporáneo, ha publicado un extenso trabajo –que ocupa integralmente el número 83 de la New Left Review (NLR)– que tiene por título el que tomamos prestado para este artículo. Dos números antes Anderson había publicado un ar­tículo –Homeland–, donde anticipaba algunas de las interpretaciones de su texto más reciente.

Es –como suele ocurrir con los trabajos de Anderson– una lectura indispensable. En este caso, se trata de la construcción de cómo se fue constituyendo Estados Unidos (EU) como la gran potencia mundial. Siguiendo la indicación de Marx de que la historia es la única ciencia social, porque articula todas las dimensiones de la vida social –economía, sociología, política, ideología–, Anderson se vale de su amplia formación para superar las limitaciones de gran parte de los abordajes del tema, que suelen ser o económicos o políticos.
El resultado es el más importante análisis sobre Estados Unidos de que podemos disponer. Un análisis que, antes de concentrarse en el periodo de la segunda posguerra, enfoca las condiciones previas privilegiadas de que goza EU: una economía libre de cualquier pasado feudal y un territorio protegido por los dos océanos, que produjeron la más pura forma de un capitalismo naciente. A eso se agregan otros elementos, de carácter ideológico: la idea de que la nueva nación heredaba un mandato divino y la creencia heredada de la guerra de independencia de que una república dotada de una constitución de libertad para siempre surgía en el Nuevo Mundo.
A partir de esas referencias Anderson reconstruye la forma por la cual EU recorrió la impresionante trayectoria, en un espacio relativamente corto de tiempo, desde colonia de la más grande potencia colonial de la época hasta potencia imperial hegemónica en el mundo.
Las condiciones de la segunda posguerra son las que han permitido a EU poner en práctica su proyecto de reorganización del conjunto del bloque occidental bajo su dirección, consolidando su hegemonía en los planos económico, político, militar e ideológico. Pero el camino hacia la única superpotencia mundial pasaría todavía por el periodo de la guerra fría, de la bipolaridad mundial. Pero un periodo en que no había ninguna posibilidad de comparación entre EU, que salía fortalecido, incluso económicamente, de los dos conflictos mundiales, mientras la URSS tenía que volver a reconstruirse de los escombros.
El tema central escogido por EU para enfrentar el nuevo periodo fue el de la democracia liberal y la lucha contra el totalitarismo. Había sido derrotado el totalitarismo nazi; ahora se trataría de derrotar su versión soviética. EU privilegiaría ese tema, junto al de la seguridad, lo cual justificaría alianzas con gobiernos nada democráticos. El criterio de la seguridad se combinaría con el de las condiciones de funcionamiento de economías de mercado.
Anderson analiza región por región cómo ha evolucionado la dominación estadunidense, hasta llegar a la situación contemporánea, que corresponde al periodo iniciado con la crisis económica de 2008. Anderson logra no caer en la tentación corriente del catastrofismo –en que se ha llegado a pronosticar el término del capitalismo en 50 años–, pero a la vez revelando las contradicciones que han llevado a que la pax americana no ha representado siquiera una dominación estable de EU en el mundo. A lo que se suma la crisis económica profunda y prolongada.
Después del análisis de lo que significa el gobierno de Obama, Anderson se dedica, en la segunda parte del texto, al análisis de los principales pensadores del establishment estadunidense, distinguiendo corrientes, fertilidad e incapacidad de dar cuenta de la situación de EU en el nuevo siglo.
La perspectiva es la de una prolongación de la hegemonía estadunidense, aun en el marco del declive de su capacidad de conducción política y económica del mundo. Es un imperio decadente, pero sigue siendo un imperio, sin ningún adversario que le cuestione ni política ni económicamente.
El texto no será reproducido en la versión en castellano de la NLR, pero saldrá como libro. Ya están definidas las ediciones en inglés, en castellano y en portugués. Su lectura plantea un horizonte nuevo para el debate sobre las perspectivas de Estados Unidos y, por tanto, del mundo en el nuevo siglo