2 de octubre de 1968: Reivindicar para transformar

Julio Pimentel Ramírez
Cambio (Michoacán)
Octubre de 2012

Como sucede desde hace más de cuatro décadas, este 2 de octubre se recuerda el movimiento estudiantil popular de 1968, no solamente la genocida represión de la Plaza de las Tres Culturas sino también sus demandas democráticas, su lucha por la renovación de las relaciones familiares y sociales.



En esta ocasión lo hacemos en momentos difíciles para el país, sumidos en una grave crisis económica, política, social y de seguridad, que en vez de ser enfrentada adecuadamente amenaza con ser profundizada por el gobierno priísta que asume el primero de diciembre, pero alentados por el surgimiento del movimiento estudiantil #yosoy132 y por la persistencia combativa de quienes no se dan por vencidos a pesar de fraudes y represiones.

Este lunes se cumplieron 44 años de la masacre de Tlatelolco y el emblemático lema “2 de octubre no se olvida” debió ser reflexionado y dotado de contenido, pues de lo contrario puede convertirse en un ritual vacío carente de compromiso real con el pasado, presente y futuro de los mexicanos.

En las páginas de Por Esto!, continuidad de la heroica revista Porqué? (medio que se comprometió con la verdad y supo exponerla, en su momento, en medio de una feroz represión gubernamental), ambas dirigidas por el periodista Mario Menéndez Rodríguez, así como en Cambio de Michoacán y otros medios de comunicación, tienen cabida diversos materiales que nos muestran fragmentos de las luchas estudiantiles de 1968, así como análisis de este acontecimiento emblemático que enriquecen la comprensión de un fenómeno sociopolítico que aún no cierra su ciclo histórico.

Mientras el 3 de octubre de 1968 la revista Porqué? denunció con objetividad y valentía, con fotografías impactantes y desgarradoras, la magnitud del acto de terrorismo de Estado que masacró a cientos de jóvenes, incluyendo a niños, mujeres y hombres que habitaban en los edificios de Tlatelolco o que acompañaban el mitin estudiantil, la mayoría de los medios de comunicación, los impresos y los electrónicos, decían en sus primeras planas unos, a través de sus noticiarios los otros, que el 2 de octubre en Tlatelolco no hubo una masacre sino que los estudiantes atacaron a policías y soldados, con un saldo de alrededor de tres decenas de muertos, incluyendo uniformados.

No olvidemos pues que la mayoría de los grandes medios de comunicación se encuentran al servicio de los poderes político y económico, sus dueños son parte sustancial de la gran empresa capitalista, carente de compromiso social por definición.

Ahora cuatro décadas después, aunque hay más espacios a través de los cuales se expresan voces críticas al sistema (antes las pintas en paredes, los volantes mimeografiados, etcétera eran medios de información alternativos, ahora el Internet, las redes sociales, son formidables herramientas de comunicación social), la mayoría de la prensa escrita y los medios electrónicos, entre ellos Televisa, jugaron y juegan un papel destacado en el proyecto de imposición del priísta Enrique Peña Nieto.

Por eso el grito de los estudiantes en las marchas de 1968 al pasar por la llamada “esquina de la información”, por las calles de Bucareli, Reforma y Avenida Juárez, de “Prensa vendida” sigue vigente; era una forma indignada de clamar por la democratización de los medios de comunicación, tal como hoy es una demanda central de los estudiantes de instituciones privadas y públicas que organizan el movimiento #yosoy132.

Recordemos que las demandas de carácter democrático del movimiento estudiantil y popular: destitución de los mandos policiales, desaparición de los granaderos (cuerpo especial de la policía encargado de reprimir “disturbios”), respeto a la autonomía universitaria, libertad para los presos políticos, fin de la represión y derogación de los delitos considerados por el Código Penal como de disolución social; fueron enfrentadas con toda la fuerza del Estado por órdenes directas del presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, secundado por Luis Echeverría Álvarez y la cúpula política y militar, respaldados todos ellos por la trama de intereses económicos, políticos y sociales tejidos en torno al sistema de dominación priísta, entramado en el que jugaban un destacado papel de subordinación-complicidad la mayoría de los medios de comunicación.

La represión del 2 de octubre de 1968 no puede ser analizada de manera aislada, ya que forma parte de una autoritaria y antidemocrática forma de gobernar que se inició varios lustros antes y que aún ahora, más de cuatro décadas después, mantiene algunos de sus rasgos más ominosos. Los gobiernos panistas del falso cambio no solamente no modificaron los fundamentos del sistema priísta sino que incluso agudizaron algunos de ellos, como el de la corrupción y el servilismo ante el poder imperial, por mencionar solamente dos de ellos.

No es que los gobiernos neoliberales, priístas y panistas, sean menos represores que sus antecesores sino que adecuaron sus instrumentos de sometimiento a las condiciones de la nueva época. Es más, ¿ya se olvidaron de los cientos de perredistas asesinados durante el salinato?, ¿de las matanzas de Acteal, Aguas Blancas, El Charco, con Zedillo? , ¿Las más de 117 desapariciones forzadas, la represión de Atenco, la cómplice impunidad con la fracasada Fiscalía Especial para Casos del Pasado, con Vicente Fox?, ¿de la represión contra la protesta social y defensores de derechos humanos encubierta en la estrategia de “guerra” contra el narcotráfico de Felipe Calderón, que dejará más de 100 mil ejecutados, diez mil desaparecidos, entre otros males?

Así como el movimiento estudiantil de 1968 no surgió de manera espontánea, sino que tiene explicación en acontecimientos nacionales e internacionales y en las políticas públicas instrumentadas a lo largo del siglo XX, en particular las posteriores a la Segunda Guerra Mundial; la situación actual de profunda crisis que tiene al país al borde del abismo tiene sus causas profundas en el depredador modelo neoliberal que generaliza la pobreza y despoja a la patria de sus últimos baluartes de soberanía.

Es en este marco, el de una sociedad en la que ocho millones de jóvenes ni estudian ni trabajan y en la que, como en el pasado pero elevado a la “n” potencia por las modernas tecnologías, los grandes medios de comunicación en vez de cumplir con su responsabilidad social manipulan información y mentes, en el que emerge el movimiento estudiantil #yosoy132, que con sus voces críticas, su empuje e inexperiencia -no puede ser de otra manera ya que “se hace camino al andar”, confronta a los poderes estatales y facticos.

Los jóvenes del 68 pugnaron por un México democrático, mejor y más justo, tareas pendientes que deberán ser cumplidas por la amplia gama de fuerzas que resiste al neoliberalismo y que deberán organizarse, elevar la conciencia social, para que de manera pacífica derroten al proyecto de los que detentan el poder, ejercido a través del PRIAN y partidos satélites.