Desenmarañando el misterio de Boko Haram. El conflicto regional y la guerra por los recursos

Eric Draitser*
CounterPunch
Parte I [x]

Los misterios más entretenidos son los que tienen protagonistas convincentes, antagonistas enigmáticos y conclusiones sorprendentes o impactantes. En efecto, sin estos elementos esenciales es poco probable que pueda entenderse bien la historia. Sin embargo, en lo que se refiere a la política y geopolítica, de alguna manera nuestros escritores de los medios de comunicación de masas –los montones de periodistas, militares y “expertos” en contraterrorismo, así como los portavoces del establishment- no consiguen siquiera orientarnos en la buena dirección. No sólo no develan los hilos de la historia sino que sencillamente prefieren fingir que no existen.

Y lo mismo ocurre con el gran “misterio” de Boko Haram, un grupo que en sólo unos pocos años se ha convertido en una de las entidades terroristas más perceptibles del mundo. Tras haber perpetrado atroces masacres de hombres, mujeres y niños, secuestrado a miles de inocentes y destruido ciudades enteras, Boko Haram simboliza ahora precisamente esa mezcla perfecta de barbarie, fundamentalismo religioso e ideológico y piel no blanca, que se unen para conformarles, especialmente a los ojos de los occidentales, como la manifestación del mal, el diablo encarnado que sólo puede destruirse mediante las fuerzas del bien. Ya saben, de los “chicos buenos”.

Pero, ¿qué sucede cuando no pueden encontrarse “chicos buenos”? ¿Qué sucede cuando al seguir la historia sólo encuentras la más cínica de las intenciones en todos los actores implicados? Eso es lo que ocurre con la historia de Boko Haram, así como con la política y geopolítica regional de África Occidental en su conjunto.

Al intentar desenmarañar la laberíntica red de hilos políticos, económicos y estratégicos que conectan a toda una serie de destacados actores, se hace evidente que no merece la pena leer ningún análisis de Boko Haram si no consideramos la cuestión desde tres ángulos muy diferentes aunque íntimamente conectados.

En primer lugar, tenemos la política interna de Nigeria, la cuestión de Boko Haram y la percepción de la responsabilidad de la oposición y del gobierno en el caos que ha desencadenado. Con elecciones programadas para el mes de febrero, Boko Haram y la seguridad nacional se han convertido, muy comprensiblemente, en cuestiones dominantes en la mente del público. Las acusaciones mutuas proporcionan un importante telón de fondo para entender cómo Boko Haram se ajusta tanto al discurso público como a las estrategias de las redes políticas que se mueven entre bastidores en Nigeria y en la región en un sentido más amplio.

Segundo, es el tablero económico y político regional más importante. En África Occidental –un área rica en recursos estratégicos-, hay unas cuantas partes interesadas que esperan obtener muchas ventajas de los continuos ataques de Boko Haram, que pueden llegar a desestabilizar completamente al Estado nigeriano. El Chad, vecino de Nigeria, está siendo desde hace poco tiempo estrechamente vigilado por el aparato militar de Nigeria a causa de su supuesto papel en la financiación y facilitación de la expansión de Boko Haram. El Chad considera que en Nigeria puede obtener potenciales beneficios petrolíferos mientras amplía sus capacidades propias de extracción de petróleo por toda la cuenca del lago Chad, una región geográfica que incluye amplios territorios del Chad, Nigeria, Camerún y Níger. Desde luego, las grandes corporaciones del petróleo, por no mencionar a poderosas naciones occidentales como Francia, tienen un interés particular en mantener los beneficios que consiguen del petróleo de África Occidental.

En tercer y último lugar, y quizá sea el aspecto más importante, debemos considerar la perspectiva continental y global. Nigeria, como la economía más dinámica de África que es, presenta importantes oportunidades y desafíos para las principales potencias mundiales. Para China, Nigeria representa uno de sus principales puntos de apoyo en África. Nigeria, un socio comercial clave para Pekín, se ha ido moviendo cada vez más fuera de la órbita directa de Occidente, transformándose de un aliado occidental fiable y servil en un obstáculo a superar. Coincidiendo con estos desarrollos, la presencia militar estadounidense ha ido extendiéndose continuamente por toda África, concentrándose de forma creciente en África Occidental, aunque sin grandes fanfarrias en los medios aparte de la historia del Ébola.

Los medios internacionales se han apoderado de la desgarradora historia de las niñas de Chibok –el ubicuo latiguillo en Internet “Devolvednos a nuestras niñas”- y para la mayoría de la gente eso es todo lo que saben sobre Boko Haram. Sin embargo, ese conocimiento superficial de una de las historias internacionales más complejas de los últimos años añade muy poco al discurso y no propicia una resolución. Además, un conocimiento más matizado sitúa a Boko Haram en un contexto internacional más amplio que puede ayudar a desmantelar la organización y el aire de misterio que la rodea. Aunque en el mejor de los casos muchos de los detalles siguen constituyendo una nebulosa, con actores poderosos actuando tras las bambalinas, pueden entreverse los contornos de una desestabilización regional y una guerra por poderes.
La política de Boko Haram
Con elecciones generales fijadas en menos de un mes, las facciones en competición del establishment político de Nigeria están muy ocupadas tratando de culpar a sus oponentes y cada una de las partes está insinuando que la otra tiene vínculos con Boko Haram, tratando deliberadamente de capitalizar la situación. Los dos partidos principales –el gobernante Partido Democrático Popular (PDP), dirigido por el Presidente Goodluck Jonathan, y el Congreso de Todos los Progresistas (CTP)- han convertido a Boko Haram en una patata caliente política, pasándosela una y otra vez con la esperanza de que los votantes la identifiquen con sus oponentes.

El pasado septiembre, antes de que Boko Haram se apropiara de nuevo de los titulares internacionales con sus más recientes ofensivas, la difamación política era ya feroz. El Presidente del Foro de Cancilleres del Partido Democrático Popular, Collins Onogu, afirmaba que:
La mayoría de los que se han quedado sin hogar en la parte nororiental del país a causa de Boko Haram son miembros del PDP. ¿Cuál es su ofensiva? El portavoz del CTP… ha descuidado su deber y está ahora haciendo declaraciones en nombre de Boko Haram… El CTP ha estado utilizando a los medios para chantajear al Presidente Goodluck Jonathan, su plan es conseguir que el país se vuelva ingobernable; tienen planes para desviar la atención de los nigerianos, pero no van a funcionarles.
Aunque la caracterización que hace Onogu de la cuestión puede realmente ser objeto de debate, está muy claro que el PDP considera la cuestión de Boko Haram como un lastre político importante para su partido y para el Presidente Jonathan. Es por esta razón que Collins y otros dirigentes del PDP han amenazado repetidamente con “revelar los nombres de los miembros del CTP que están patrocinando a Boko Haram”. Es muy posible que el PDP pueda estar haciendo esto únicamente para sabotear a sus oponentes en la campaña. Sin embargo, es igualmente verdad que el PDP está intentado desesperadamente desviar de sí la culpa por una crisis que se ha desarrollado mientras el gobierno estaba bajo su control. De cualquier manera, el PDP está difamando al CTP culpándoles de asociación.

A la inversa, el CTP no sólo ha negado todos los cargos sino que ha lanzado sus propias contrainformaciones afirmando que hay personalidades del PDP que están íntimamente implicadas en la financiación de Boko Haram. John Oyegun, presidente nacional del CTP dijo el septiembre de 2014:
El Dr. Stephen David, un hombre contratado por el gobierno federal del Presidente Jonathan para negociar con Boko Haram la liberación de las niñas de Chibok decidió hablar claro, creyendo que la mejor forma de enfrentar a la insurgencia es revelar quiénes son sus patrocinadores. ¿Y quiénes son?... Nombró al exgobernador Ali Modu Sheriff y a un ex Jefe del Estado Mayor, el general Azubuike Ihejirika, como patrocinadores de Boko Haram… Los patrocinadores de Boko Haram están dentro del PDP y de la Presidencia. Son amigos conocidos del Presidente Jonathan. Los conoce y le conocen.”
Estas revelaciones, vehementemente negadas por el PDP y la administración del Presidente nigeriano Jonathan, plantean realmente una serie de importantes preguntas sobre las redes que apoyan y financian a Boko Haram, y cuándo, dónde y por qué se organizaron originariamente. Según información filtrada de inteligencia obtenida por la cadena de noticias nigeriana Premium Times, el exgobernador del Estado de Borno, y el aliado de Gookluck Jonathan, Ali Modu Sheriff, han sido unos de los principales financieros y organizadores de Boko Haram, llevando a cabo sus operaciones fuera del Chad (aunque también en el Chad después). Las comunicaciones fechadas obtenidas por Premium Times “pintaban el cuadro de lo que parece ser una poderosa estructura de apoyo regional que implica al presidente chadiano, a funcionarios nigerianos y a la República del Níger, encabezados por Sheriff, a quien la inteligencia presenta como una figura poderosa dentro de ese círculo”.

Añádanse a esta información los hallazgos de un panel presidencial ordenado por el Presidente Jonathan:
El informe rastreaba el origen de las milicias privadas, especialmente en el Estado de Borno, en el que Boko Haram brotó, y a los políticos que lo establecieron en el período previo a las elecciones generales de 2003. Al parecer, las milicias fueron armadas y utilizadas ampliamente como matones políticos. Tras las elecciones y habiendo conseguido su principal objetivo, los políticos abandonaron a su suerte a esas milicias al no poder continuar financiándolas y manteniéndolas ocupadas. Sin medios aparentes de subsistencia, algunas de las milicias gravitaron hacia el extremismo religioso, del tipo representado por Mohammed Yusuf.
Hay realmente muchas preguntas que contestar aquí. ¿Es Sheriff simplemente un antiguo aliado que se ha escapado de control y ha decidido establecer su propio ejército privado para enriquecerse a sí mismo y a su patrón extranjero? Y a la inversa, ¿podría ocurrir que Sheriff siga vinculado, quizá sólo indirectamente, con el gobierno en Abuja? Las comunicaciones entre la red de Sheriff y los oficiales militares nigerianos datan de 2011, lo que parece sugerir al menos una conexión indirecta entre ellos. Obviamente, hay de por sí toda una compleja red de relaciones que conecta a los diversos partidos en Nigeria, así como a sus vecinos, con Boko Haram.

Según un memorándum de inteligencia de 2011 de los oficiales de campo en el Chad, “los miembros de la secta de Boko Haram se concentran en la región de Abeche, en el Chad, donde se entrenan antes de dispersarse. Esto sucede normalmente cuando el Sr. Sheriff visita Abeche”. Por tanto, incluso el más conservador de los análisis tendría que admitir que hay indefectiblemente una conexión entre la política interna de Nigeria, especialmente dentro del partido gobernante, y los actores internacionales, que tienen su propia agenda. Y son esos actores, y sus motivaciones, los que merecen un análisis cuidadoso.
El conflicto regional y la guerra por los recursos
Las inmensas riquezas de África Occidental han sido siempre el premio a lograr tanto para las potencias coloniales como para los Estados poscoloniales. Nigeria se ha convertido en un actor global en términos de producción de petróleo –suministrando al menos el 8% de las importaciones de petróleo de EEUU-, aunque sería algo a debatir si esa producción ha supuesto algún beneficio para el pueblo nigeriano. Por toda la región, los intereses económicos han sido fundamentales en las políticas y agendas de una serie de Estados cuyos dirigentes tienen tanto la visión del dólar en los ojos como la de la hegemonía en las mentes. Esto no ha hecho sino acelerarse en los últimos años, sobre todo desde la guerra imperialista que derrocó al exdirigente libio Muammar Gadafi, quizá la única fuerza en África que proporcionaba estabilidad y mantenía derechos, más o menos, a actores periféricos como el Chad, Níger y otros. Naturalmente, aquellos gobernantes cuyas ambiciones sufrían a causa de Gadafi consideraron el impacto de su muerte de forma harto diferente.

Quizá no haya habido en los últimos años un líder tan ambicioso como el Presidente chadiano Idriss Déby, que ha jugado un papel fundamental en toda la historia de Boko Haram, desde las acusaciones de que su gobierno les ha proporcionado un puerto seguro a los intentos, posiblemente auténticos o posiblemente falsos, de auspiciar un alto al fuego entre el grupo terrorista y el gobierno nigeriano. Ha estado vinculado con el anteriormente mencionado Sheriff, el supuesto cerebro de la red de Boko Haram. La información de inteligencia proporcionada por diversas fuentes parece indicar una conexión directa. Además, en un cable diplomático de EEUU de 2009 publicado por WikiLeaks se revelaba:
Un veterano extremista chadiano bien entrenado, Abu Mahjin, con limitados vínculos con los asociados de al-Qaida, viajó recientemente a Nigeria. Puede que esté planeando dirigir o facilitar una operación terrorista…, se afirmaba, ‘un probable extremista chadiano con base en Nigeria con muchas ganas de conseguir más fondos… no está claro cuándo recibirá esta financiación adicional’.”
¿Podría ser que Abu Mahjin actuara como intermediario de facto entre ciertos elementos en Nigeria y Chad? Es muy probable que, por lo menos, la conexión entre el Chad y Boko Haram date de la propia transformación de esa organización en una entidad terrorista.
Pero, ¿qué puede el Chad ofrecer? Y, ¿por qué ellos?

Para responder a la primera pregunta, hay que sumergirse en la historia reciente para ver cómo Déby llegó al poder. Curiosamente, su ascenso a la presidencia se debió directamente a Gadafi quien, tras años de guerra con el Chad –guerra en la que el mismo Déby dirigió a sus tropas contra las fuerzas libias-, apoyó a Déby contra el antiguo gobierno de Hissène Habré que había estado acogiendo a grupos libios anti-Gadafi con estrechos vínculos con la inteligencia estadounidense, como el cada vez más relevante General Hifter. Como la revista Time señalaba en 2001: “Si bien el alcance de la relación de Déby con Gadafi sigue siendo confuso, se sabe que Libia equipó al ejército de Déby con al menos 200 todo-terrenos Toyota equipados con cañones de 23 mm fabricados en la Unión Soviética”. Es muy probable que el respaldo militar a Déby fuera mucho más allá de lo que ahí se reconoce.
En cualquier caso, la guerra emprendida por la OTAN que derrocó a Gadafi en 2011 cambió de forma radical el carácter político de la región. De repente, alguien como Déby podía perseguir sus propias ambiciones regionales sin tener siempre encima el ojo vigilante de Gadafi, que estaba en contra de cualquier fuerza que tratara de desestabilizar África Occidental al servicio de las corporaciones occidentales. Con una arraigada red de contrabando de armas y combatientes, a finales de 2011, el Chad se convirtió en el punto de tránsito principal para muchas de las armas (y combatientes) procedentes de Libia. Aunque gran parte del material militar pasaba por la región del Sahel, probablemente en manos de la igualmente nebulosa al-Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), es probable que una cantidad importante del mismo fuera a parar al Chad. Los arraigados vínculos con elementos del ejército libio sólo aumentan las posibilidades de que el Chad se convierta en un refugio y/o conducto de innumerables armas y combatientes.

Por tanto, mientras Libia se derrumbaba y las armas y combatientes seguían fluyendo, de repente el Chad se encontró en una posición de fuerza, capaz finalmente de perseguir una agenda para enriquecerse, o al menos enriquecer a Déby y a la pandilla que hay a su alrededor. Pero, ¿qué es lo que él quiere?

En los últimos años, los descubrimientos de petróleo por toda la cuenca del Chad han transformado la forma en que los Estados de África Occidental contemplan su futuro económico. En el corazón de la cuenca está el lago Chad, rodeado por las naciones del Chad, Camerún y Níger. Según una evaluación de 2010 de US Geological Survey (USGS), “se estima que la cuenca del Chad contiene un volumen de 2.320 millones de barriles de petróleo, 14.650 billones de metros cúbicos de gas natural y 391 millones de barriles de líquidos de gas natural”. El tamaño potencial de estos recursos está realmente abriendo el apetito de unos cuantos, tanto en la región como a nivel internacional.

En los últimos años, todos los países de la cuenca han expresado firmes deseos de empezar a explotar esas reservas. Sin embargo, hasta el momento, Nigeria no ha podido hacerlo debido a la insurgencia de Boko Haram. E&P (Exploration & Production), la publicación de Hart Energy, señalaba en marzo de 2014:
“Las esperanzas de incrementar la exploración petrolífera en la cuenca del lago Chad en Nigeria se han truncado debido a los brutales ataques del islámico Boko Haram y a los terroristas de la secta Ansaru en la región nororiental del país… Entre 2011 y 2013, el gobierno nigeriano invirtió 240 millones de dólares para facilitar las actividades exploratorias de gas y petróleo en la cuenca del lago Chad… Las prospecciones de petróleo allí realizadas “obtuvieron resultados muy prometedores que pueden propiciar este año la exploración de gas y petróleo”, dijo en 2013 el Vicepresidente nigeriano Namadi Sambo… Pero las letales actividades de los insurgentes de Boko Haram interrumpieron todos los planes”.
Por tanto, aunque Nigeria se vea forzada a poner entre paréntesis su exploración petrolífera y el desarrollo de la cuenca del Chad, sus vecinos, sobre todo el Chad, continúan con las suyas. Como explicó el Dr. Peregrino Brimad: “La insurgencia de Boko Haram ha facilitado convenientemente al Chad, bajo el gobierno de Idriss Déby, un acceso sin restricciones al petróleo bajo suelo nigeriano a través de las perforaciones petrolíferas 3D desde dentro de sus fronteras territoriales, que el país está exportando”. Por tanto, en el verdadero estilo de “Me bebo tu batido” de Daniel Plainview, Déby está involucrado en el desvío de las riquezas petrolíferas de Nigeria, y está exportándolas a cambio de beneficios masivos para él y sus compinches. Pero, desde luego, el Chad no está solo en esas acciones, cuenta con la compañía de Camerún y Níger, quienes están haciendo precisamente lo mismo.

Por encima y por detrás de estas prácticas se halla la antigua potencia colonial, Francia, el antiguo amo colonial del Chad, Camerún y Níger. En la actualidad, el papel dominante de Francia sigue vigente ya que su puerto de Le Havre es el destino final del petróleo sin refinar extraído bajo los pies de los africanos occidentales. Ni que decir tiene que hay intereses muy poderosos tanto en África como en Europa que quieren asegurar que el flujo de su precioso petróleo prosiga sin cesar. Además, harán lo que sea para impedir que la mayor potencia africana exportadora de petróleo, es decir, Nigeria, pueda meterse en medio de sus manejos.
Y esta rivalidad regional es, al menos en parte, la razón por la que Boko Haram tiene realmente potencial para desencadenar un conflicto internacional. El pasado octubre, después de que las fuerzas del ejército nigeriano lanzaran una ofensiva contra Boko Haram, la subsiguiente batalla se derramó a través de la frontera entre Nigeria y Camerún, donde, dependiendo de a quién se crean, las fuerzas nigerianas se retiraron o se pusieron a perseguir a los sospechosos de Boko Haram. Murieron en total 107 militantes de Boko Haram, junto a ocho oficiales del ejército camerunés y docenas de civiles. De esa forma, la guerra por los recursos se transformó en una guerra abierta. La desestabilización de toda la región no está ya muy lejos de eso.

Es precisamente el peligro de una desestabilización regional lo que ha hecho que muchos observadores por todo el mundo empiecen a morderse las uñas. El peligro obvio es que África Occidental se convierta, como el Sahel y la mayor parte del Norte de África, en un lugar de extremismo y terror. Sin embargo, la cuestión más apremiante de todas es por qué. ¿A quién le interesa que se desestabilice toda la región? ¿Cuál es el contexto geopolítico y global para comprender unos temas decididamente complejos e interconectados?

La parte II del artículo examinará dicho contexto geopolítico y estratégico, detallándose cómo EEUU y ciertas potencias europeas están explotando la situación en beneficio propio. 

***************
Parte II [x]

Hace al menos quinientos años que los europeos vienen considerando a África como una potencial fuente de riqueza y poder. Desde las primeras expediciones portuguesas hasta el momento actual, Occidente ha visto en África riquezas preciosas y aparentemente ilimitadas. Desde oro, diamantes y otros materiales preciosos, a energía y, imposible no mencionarla, fuerza de trabajo; los europeos (y recientemente los estadounidenses) han pululado por África como langostas del capitalismo, arrancándole sus riquezas y preguntándose después por qué África es tan caótica. Esas cínicas ambiciones, descaradamente imperialistas, han permanecido siempre en el centro de la estrategia occidental respecto al denominado “Continente Oscuro”. Por tanto, también se hallan en el corazón de la actual situación en Nigeria y, en sentido más general, en África Occidental.

Al examinar la compleja red de relaciones que conectan los acontecimientos en África Occidental, aparece una tendencia preocupante aunque apenas sorprendente: en la medida en que aumentan los intereses geopolíticos y económicos de Occidente en la región, crece la inestabilidad en ella. Aunque pueda parecer incongruente, esta tendencia tiene en realidad mucho sentido. Mientras EEUU y Europa invocan ad nauseam el término “estabilidad”, la realidad es que el caos y la inestabilidad se adecuan perfectamente a sus objetivos neocoloniales.

Francia, durante siglos potencia dominante en África, figura en lugar destacado en esta competición del siglo XXI para explotar África en beneficio propio. Francia se ha establecido de nuevo en sus antiguas colonias en África Occidental como poder militar y, quizá mucho más importante, como poder económico. Utilizando los pretextos gemelos del terrorismo y humanitarismo, Francia ha conseguido velar con éxito sus verdaderas intenciones en la región, es decir, el saqueo de los recursos minerales y energéticos. Debido a que el imperialismo rampante del Imperio Colonial Francés es políticamente inaceptable para los estándares actuales, Francia se ha presentado a sí misma como patrón benevolente, un poder altruista que quiere sencillamente ayudar a que se pongan en pie sus antiguos niños coloniales. Sin embargo, cuando uno rasca un poco más profundamente, se hace evidente que la Francia que en otro tiempo esclavizó a Haití, colonizó Argelia y gran parte de África del Norte y explotó sin piedad África Occidental, sigue vivita y coleando.

Pero Francia no está realmente sola vislumbrando potenciales beneficios económicos en África Occidental. Recientemente, Alemania ha saltado también al ring, dejando claro que intenta ser más asertiva militar y económicamente en la región. Como principal motor económico de Europa, Alemania se halla en una posición privilegiada para sacar el máximo provecho de la inseguridad y del tremendo crecimiento demográfico de África Occidental. En Ghana, Nigeria y otros lugares, Alemania considera desaprovechados para sus exportaciones los potenciales mercados, también como baluartes de apoyo militar. De esta forma, la Unión Europea, a la que Alemania considera cada vez más como dominio suyo, se coloca en el centro de una creciente competición en la región.

Y, por supuesto, luego está el ineludible e intratable centro neurálgico militar de EEUU, que ha ido aumentando calladamente, aunque de forma significativa, sus capacidades militares –su “huella”, por utilizar la forma de hablar del AFRICOM y sus planificadores estratégicos- por todo el continente. Esta atronadoramente silenciosa expansión militar tiene el objetivo, de raíz, de controlar el ascenso de la influencia económica de China en el continente. Con respecto a África Occidental, EEUU ha establecido una red extensamente dispersa, aunque obviamente coordinada, de pequeñas instalaciones militares que Washington confía en utilizar para ampliar su hegemonía sobre el espacio africano con las proverbiales “botas sobre el terreno”. En efecto, responde con precisión a las funciones asignadas al AFRICOM desde 2007, a saber, mantener la presencia militar estadounidense sin invertir en un despliegue a gran escala.

Con este objetivo más amplio de bloquear la penetración económica china en África, EEUU y sus lacayos europeos han transformado el continente en un campo de batalla por poderes, uno que tiene en la desestabilización un arma poderosa. En el caso de África occidental, como en otras partes del continente, son los pueblos los que pagarán con sangre las ambiciones geopolíticas y económicas del Imperio.
¿El jefe de ahora…? El mismo de siempre…
La creciente inestabilidad en todo el África Occidental francófona le ha proporcionado a Francia el pretexto adecuado para reafirmar su hegemonía en sus antiguas colonias. El golpe de 2012 en Mali, y la subsiguiente guerra civil y aparición del terrorismo, le dio al ejército francés la puerta de entrada para estacionar de forma permanente fuerzas militares en toda la región. Sin embargo, la pregunta real no es si Francia está “ayudando” o no a sus antiguas colonias, sino ¿cuál es su verdadera agenda?

A pesar de toda la retórica sobre democracia, estabilidad e imperio de la ley, Francia tiene motivaciones muy egoístas. En relación a Boko Haram, Nigeria y la cuenca del lago del Chad, Francia es el principal beneficiario de la extracción energética que está teniendo lugar allí, mientras que su puerto de Le Havre es el destino final del petróleo sin refinar. Como señalé en la Parte I, la cuenca del lago del Chad contiene un volumen estimado de 2.320 millones de barriles de petróleo, 14.659 billones de pies cúbicos de gas natural y 391 millones de barriles de líquidos de gas natural. Consideradas globalmente, tanto en términos de las actuales y las potenciales exportaciones, esas reservas energéticas valen miles de millones. Pero los intereses económicos de Francia no se detienen precisamente en la energía.

Francia tiene mucho interés en explotar los lucrativos depósitos minerales por toda la región. Si uno duda de la sinceridad de las intenciones neocoloniales de Francia en lo que respecta a la extracción de minerales, uno no tiene más que mirar más allá del hecho de que el gobierno “socialista” francés de Hollande está invirtiendo más de 500 millones de dólares en una nueva compañía minera de propiedad estatal. Como el Ministro francés de Industria, Arnaud Montebourg, afirmó al anunciar esta nueva empresa: “A los países francófonos africanos les gustaría trabajar especialmente con nosotros más que hacer negocios con multinacionales extranjeras”. Naturalmente, uno debería tomar esa declaración con una saludable dosis de escepticismo respecto a las posibilidades de elección que tienen esos países en el asunto, y no digamos ya sus ciudadanos. No sólo Francia tratará de explotar los depósitos de minerales de litio y germanio sino también todos los importantes y raros minerales que resultan tan lucrativos en esta era de los microprocesadores y otras tecnologías, que necesitan precisamente de esos minerales.

Además, la interesante frase de Montebourg sobre las “multinacionales extranjeras” es muy reveladora. Por una parte, parece que en las mentes de las elites empresariales y políticas francesas, ellos no son “extranjeros” cuando actúan en los países francófonos. Es imposible ignorar el neocolonialismo subyacente en esa mentalidad. Por otra parte, parece casi evidente que las “multinacionales extranjeras” a las que se está refiriendo son las compañías chinas (privadas y de propiedad estatal) que han conseguido inmensos avances por toda la región en términos de inversión y extracción de minerales. Por tanto, Francia es claramente consciente de la guerra territorial entre ellos y China por esas riquezas del África Occidental.
Además de las tierras raras y otros minerales, hay enormes depósitos de uranio por toda la región que han despertado el interés de Francia. Como informaba en 2014 Think Africa Press:
En la actualidad, Francia obtiene más del 75% de su electricidad a partir de la energía nuclear, y depende de Níger para gran parte de sus suministros actuales y futuros de uranio. Esta dependencia podría incluso crecer aún más cuando se inicie en 2015 la producción en el recién descubierto depósito de uranio Imouraren. La mina está preparada para producir 5.000 toneladas de uranio al año y contribuirá a hacer de Níger el segundo mayor productor de uranio del mundo. Areva, que es propiedad del Estado francés en un 87% y tiene una participación mayoritaria en tres de las cuatro compañías mineras de uranio que operan en Níger, está financiando la nueva mina.”
Añadan a esto el hecho de que el Presidente del Níger, Mahamadou Issoufou, es un antiguo empleado de Areva, la compañía que, a pesar del conflicto en curso con el gobierno del Níger sobre los porcentajes de royalties, mantiene aún un monopolio sobre el comercio de uranio. No debería constituir ninguna sorpresa entonces que el principal competidor de Areva (y de Francia) por este lucrativo comercio sea China que “tiene ya el 37% de la propiedad de la mina SOMINA en Níger y ha desarrollado exploraciones para encontrar uranio por todo el país”.

La batalla entre Francia y China por la influencia y el control de los minerales y mercados estratégicos es cada vez más importante en la política global de Francia en la región. El objetivo de Francia es reestablecer la hegemonía económica en su “esfera de influencia” francófona, como se pone de manifiesto en el documento político del gobierno francés titulado “Una alianza para el futuro: 15 propuestas para una nueva dinámica económica entre África y Francia”, que puede considerarse como el plan de acción de la política francesa en la región. Sin duda, este mayor énfasis se debe al hecho de que “Durante la pasada década, la cuota de Francia en el comercio africano se desplomó del 10% al 4,7%, mientras que la cuota de China en el mercado africano se disparó en 2011 a más del 16%”. Cada vez se hacen más evidentes los contornos de esta guerra por poderes.
¡Que vienen los alemanes!
Aunque la implicación de Alemania en África no fue nunca tan profunda ni tan duradera como la de Francia, Gran Bretaña u otros imperios europeos, no es muy probable que alguien acuse a Alemania de quedarse atrás en lo que se refiere a imperialismo agresivo. Aunque el “reparto de África” del siglo XIX está desde hace mucho tiempo en el espejo retrovisor bien diseñado de Alemania, Berlín ha demostrado recientemente un cambio en sus compromisos en el continente; Alemania intenta ser un actor a nivel militar y, sobre todo, económico.

En un reciente documento político titulado Directrices Políticas para África del Gobierno Federal, el gobierno alemán señala que “el potencial de África se deriva de su desarrollo demográfico y del hecho de que es un inmenso mercado de futuro con fuerte crecimiento económico, ricos recursos naturales, un gran potencial para aumentar la producción agrícola y la seguridad alimentaria por sus propios esfuerzos… Los mercados africanos están desarrollándose dinámicamente y –más allá de las industrias extractivas- serán de interés creciente para las empresas alemanas” (recogido también aquí).

En esencia, Alemania considera a África en sentido general, y a África Occidental en sentido específico, como un importante mercado emergente que puede ser capitalizado por las corporaciones alemanas. Quizá sea por esto que la Cancillera Merkel ha reiterado el compromiso de Alemania para proporcionar ayuda militar en forma de apoyo financiero, entrenamiento, logística, vigilancia, etc. para su socio desde hace tiempo en Ghana. Y es a través de la mediación de Ghana que Alemania busca ampliar su presencia militar en la región. Tras un reciente encuentro en Alemania entre los dirigentes de los dos países, se informó en la página oficial del gabinete alemán en Internet en respuesta a la amenaza de Boko Haram:
“Angela Merkel apoyó la propuesta del Presidente de Ghana de fundar una fuerza de intervención regional africana… El Presidente de Ghana prometió que desplegaría las tropas de su país. El Bundeswehr [las fuerzas del ejército alemán] coopera con las fuerzas armadas de Ghana. En aras a la construcción de la paz y prevención de crisis, Alemania está trabajando para poner en marcha y estabilizar estructuras de seguridad regional, en parte a través del Centro de Formación para el Mantenimiento de la Paz Internacional Kofi Annan, que se fundó hace diez años con apoyo alemán. Alemania apoya también a Ghana en el establecimiento de un regimiento de ingenieros como parte de la planeada fuerza de intervención de la Unión Africana.”
Está claro que Alemania ve en Ghana un socio viable a través del que puede conseguir presencia militar en la región. Utilizando como pretexto a Boko Haram, parece que una vez más la fuerza militar alemana, junto con la ayuda financiera, se utilizará para garantizar el acceso a todos los mercados importantes que Alemania desea tan desesperadamente.

También está claro el contexto más amplio. Alemania es la segunda mayor economía exportadora por detrás de China (excluyendo a la UE como economía única) y como tal, considera a China como su principal rival en la penetración de aquel mercado. No hace falta decir que, al igual que a Francia, a Alemania le preocupa que la hegemonía económica china en África Occidental pueda marginar a las empresas alemanas, obligándolas a ocupar el asiento trasero respecto a China. Y por tanto, al igual que su prima europea Francia, Alemania mira hacia su ejército y utiliza el pretexto del contraterrorismo para asegurar su propia posición económica.
El elefante imperialista en la cacharrería
Aunque Alemania y Francia tienen claras motivaciones económicas para expandir su presencia en África Occidental, la agenda de EEUU es mucho menos obvia. Aunque EEUU invierte mucho en total en África, casi no depende de las materias primas africanas o del mercado emergente como sus aliados europeos. Lo que realmente le preocupa a Washington es quedarse rezagado respecto a China en todo el continente.

Como la respetada profesora y experta en China Deborah Brautigam señalaba en su informe de 2013 “Chinese Investment in Africa”: “Las importaciones y exportaciones chinas, el flujo de inversiones y la financiación de las exportaciones están creciendo cada vez más. Por ejemplo, el comercio entre China y África aumentó de 10.000 millones de dólares en el año 2000 a 166.300 millones en 2011… [En 2012] los dirigentes chinos anunciaron un objetivo de 20.000 millones para financiar a los países africanos en 2015. Si se llevara a cabo, entre 6.000 y 7.000 millones de dólares fluirían de media cada año hacia África”.

Las cifras de Brautigam ilustran el hecho de que, a pesar de estar aún un poco por debajo de la inversión total anual de EEUU en el continente (9.000 millones de dólares), China está desafiando con toda rapidez la hegemonía económica estadounidense en África. Al haber invertido en toda una variedad de sectores, desde la minería y el petróleo a las telecomunicaciones y la banca, China se ha convertido en una alternativa viable a las inversiones y ayudas de EEUU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Naturalmente, esto ha molestado al establishmentcorporativo y político en EEUU, que ven en China una amenaza a su poder. Es precisamente este desafío de China lo que verdaderamente motiva la callada expansión de la presencia militar estadounidense en el continente, especialmente en África Occidental y el Sahel.

EEUU ha establecido una inmensa red de bases e instalaciones para aviones no tripulados por toda la región, aunque los oficiales del ejército se niegan a reconocer que las instalaciones sean algo más que “zonas temporales de tránsito” o algún otro vacuo eufemismo. Sin embargo, una simple mirada al mapa, combinada con los dispares informes aparecidos en diversos medios, pinta un cuadro mucho más insidioso acerca de lo que EEUU está haciendo.

Bajo los auspicios del AFRICOM, EEUU se halla presente en casi cada país importante de la región. En el Chad, que aparece de forma preeminente en la narrativa de Boko Haram, EEUU ha estacionado indefinidamente personal militar para buscar, aparentemente, a las niñas de Chibok. Sin embargo, el propio comunicado de prensa de la Casa Blanca revela un objetivo de mucho mayor alcance, a saber: “Ese personal apoyará las operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de aviones para las misiones desplegadas sobre el norte de Nigeria y áreas circundantes”. Traducción: EEUU tiene aviones no tripulados y otros medios de vigilancia cubriendo toda la cuenca del lago del Chad.

Aunque EEUU sólo admitió un pequeño contingente de soldados, la realidad es que hay muchas más fuerzas estadounidenses presentes en el Chad de una u otra manera. Quizá esto quede mejor ilustrado por el desconcertante hecho de que el Chad ha sido seleccionado para albergar los ejercicios militares Flintlock 2015 del AFRICOM, “que se iniciarán el 16 de febrero de 2015 en la capital, N’Djamena, con zonas remotas de avituallamiento en Níger, Nigeria, Camerún y Túnez, y que durarán hasta el 9 de marzo de 2015”. ¿Enterados? El personal militar estadounidense estará dirigiendo maniobras por toda la región, con especial atención en los países de la cuenca del lago Chad. Pero la cosa no acaba ahí.

EEUU anunció en 2013 que estaba construyendo una importante base para aviones no tripulados en Níger. Como informaba el Washington Post:
Los aviones no tripulados Predator en Níger… le facilitan al Pentágono un bastión estratégico en África Occidental… Níger tiene también fronteras con Libia y Nigeria, que están también luchando para contener movimientos armados extremistas... El Presidente nigeriano Issoufou Mahamadou dijo que su gobierno invitó a Washington a enviar aviones no tripulados de vigilancia porque estaba preocupado de que el país no pudiera defender sus fronteras de los combatientes islámicos que tenían bases en Mali, Libia o Nigeria… ‘Damos la bienvenida a esos aviones”, dijo Mahamadou… ‘Nuestros países son como un ciego llevando a otro ciego’. Confiamos en países como Francia y EEUU. Necesitamos su cooperación para afianzar nuestra seguridad’.”
Y ahí queda dolorosamente clara la conexión entre la implicación militar estadounidense y Boko Haram y otros grupos terroristas. EEUU explota cínicamente la inestabilidad en la región –una consecuencia directa de la guerra de la OTAN y EEUU contra Libia- para atrincherar aún más su potencia militar.

Como si fueran necesarias más pruebas de las intenciones estadounidenses, Marine Corps Times informaba en septiembre de 2014 de que: “El Cuerpo de Marines ha establecido tres nuevas zonas remotas de avituallamiento en Senegal, Ghana y Gabón que ayudarán a los marines a responder con mayor rapidez a las crisis africanas”. Desde luego el AFRICOM y la burocracia militar no se refieren a esas instalaciones como “bases”, sino como “instalaciones de seguridad cooperativa”. Pero ese nombre cambia poco el hecho de que son instalaciones militares permanentes de EEUU en África Occidental.

Al parecer no hay ningún país en la región que se vea libre de la penetración militar estadounidense. El Washington Post informaba en 2012:
“Un enclave fundamental de la red de espionaje estadounidense puede encontrarse en Ouagadougou, la… capital de Burkina Faso… En función de un programa clasificado de vigilancia, denominado Creek Sand, docenas de contratistas y personal estadounidense han llegado a Ouagadougou en los últimos años para establecer una pequeña base aérea en la zona militar del aeropuerto internacional. Aviones-espías desarmados estadounidenses vuelan cientos de kilómetros hacia el norte hasta Mali, Mauritania y el Sahara.”
Considerando todo lo expuesto, queda claro que EEUU ha establecido una inmensa estructura militar por todo África Occidental y el Sahel, mucho más grande de lo que se haya reconocido públicamente o incluso a nivel privado. Aparentemente, EEUU está levantando esta red de bases con objetivos contraterroristas, para enfrentar los desafíos a la seguridad generados por Boko Haram, Al-Qaida en el Magreb, y otros grupos. Sin embargo, los que somos algo menos crédulos y sentimos a menudo escepticismo sobre las intenciones de EEUU y su ejército, podemos ver claramente lo que Washington está haciendo.

La infraestructura militar, la vigilancia, la ayuda a los países de la región, etc., son parte de un intento coordinado de EEUU para controlar la creciente influencia de China en la región. EEUU conoce perfectamente el hecho de que cada vez es más incapaz de competir con China en términos de inversión y comercio mutuamente beneficioso en el continente. Y, por tanto, EEUU recurre a su principal palanca de hegemonía: su ejército. Considerado bajo este prisma, el terrorismo no es tanto una amenaza como una ventana de oportunidades para consolidar el lugar de Washington como supremacía dominante en África.

Quizá lo más trágico es que el destino de las niñas de Chibok, junto con los inocentes de Baqa y otros muchos por todo el norte de Nigeria y la región, se ha convertido en una mera coletilla en el gran esquema del imperialismo en África. Sus vidas han devenido en moneda de cambio con la que jugar en beneficio de Francia, Alemania y, sobre todo EEUU.

Desde luego, hay que hacer chitón en todo lo que se refiere a las verdades incómodas. “Aquí no ha pasado nada”, nos dicen nuestros valientes medios de comunicación. Por desgracia y de forma innegable, esto es así para la inmensa mayoría de los occidentales; piensan sencillamente que no hay nada digno de ver.
 
*Eric Draitser es el fundador de StopImperialism.com. Es un analista geopolítico independiente que vive en la ciudad de Nueva York. Puede contactarse con él en: [email protected]

Fuente y traducción: Sinfo Fernández (Rebelión)