El "prestigio" de Italia

Manlio Dinucci
Il Manifesto
El nuevo presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, tendrá que decidir si Italia prosigue su actual política de respaldo sistemático a los proyectos de la OTAN
El año 2015 no podía haber comenzado mejor para esta Italia que basa su «prestigio renovado», como declaró el presidente Napolitano, en la constante participación en misiones militares. Nada menos que el general Martin Dempsey, la más alta autoridad militar estadounidense, expresó en sus encuentros con el almirante Luigi Binelli Mantelli y con la ministra de Defensa Roberta Pinotti, «un gran aprecio» por la participación de Italia en los diversos frentes de guerra.

Inmediatamente después, el almirante Mantelli participó en Bruselas en los encuentros entre los jefes de estados mayores de los 28 países miembros de la OTAN sobre las «situaciones de crisis en los flancos este y sur de la Alianza», sobre el «futuro de la misión Resolute Support en Afganistán» y también sobre la preparación del «Readiness Action Plan para garantizar las capacidades de respuesta rápida y decidida ante las nuevas amenazas contra la seguridad de la Alianza».

Italia participa en todos los frentes. En el «flanco este», cazabombarderos italianos Eurofighter 2000 Typhoon –los mismos utilizados en la guerra de la OTAN contra Yugoslavia– han sido desplegados en Lituania, donde realizaron su primera misión interceptando un avión ruso que volaba sobre el Báltico. En el «flanco sur», luego de haber participado en la guerra de la OTAN contra Libia, Italia participa ahora en la intervención militar contra Siria iniciada por la coalición internacional bajo las órdenes de Estados Unidos y también en Irak, donde en el marco de la misma coalición Italia ha enviado aviones, drones, armamento e instructores. Italia está también cada vez más presente en el Golfo Pérsico, principalmente a través de su asociación militar con Qatar y Kuwait, cuyos pilotos son entrenados en Galatina por la fuerza aérea italiana.

Navíos de guerra italianos están participando en todas las operaciones de la OTAN, desde el Mediterráneo –para garantizar la seguridad– hasta el Océano Índico –en la «cacería de piratas».

También en el «flanco sur», Italia se ha proyectado hacia las profundidades del África subsahariana participando en el ejercicio Flintlock 2015, organizado por las fuerzas especiales del AfriCom [1], que comenzará en Chad el 16 de febrero y se extenderá hasta Níger, Nigeria y Camerún y, en el norte de África, hasta Túnez.

En Afganistán, donde la misión ISAF ha sido convertida en Resolute Support, Italia seguirá operando militarmente con aviones de transporte C-130 J y de guerra electrónica EC-27 pertenecientes a la 46ª brigada aérea de Pisa, con drones Predator del 32º escuadrón de Amendola y, más que en el pasado, con fuerzas especiales hoy reforzadas con la creación del mando unificado en Pisa.

Italia participa igualmente en el Readiness Action Plan, que refuerza la capacidad de la OTAN para proyectar fuerzas militares tanto hacia el este –invocando el pretexto de la «amenaza rusa»– como hacia el sur –con el pretexto de la «guerra contra el terrorismo», terrorismo que la propia OTAN alimenta.

En ese contexto, las bases de Estados Unidos y de la OTAN en suelo italiano desempeñan un papel fundamental. Y todo eso implica para Italia un creciente gasto militar, directo e indirecto. Según la OTAN, ese gasto se eleva a 52 millones de euros diarios. Pero según el SIPRI en realidad alcanza los 72 millones de euros al día y, dado que Italia se comprometió a elevar su gasto militar hasta el 2% de su PIB, esa cifra se elevará casi a 100 millones de euros diarios, no para garantizar la defensa de Italia sino su participación en una estrategia agresiva.

Como “la esperanza es lo último que se pierde”, sólo nos queda la esperanza de que el concepto de prestigio nacional del nuevo presidente de la República esté basado no en la guerra sino en el rechazo de la guerra, como se estipula en nuestra Constitución.

Fuente y traducción: La Haine