Nueva Arquitectura Financiera Internacional del G-77 y China que hará neutralizar los fondos buitre

Ariel Noyola Rodríguez
Rusia Today [x]

A pesar de la oposición de Estados Unidos y sus aliados, vientos de cambio soplan alrededor de la Arquitectura Financiera Internacional (conjunto de reglas e instituciones que rige el funcionamiento del Sistema Monetario y Financiero Internacional). El Comité Especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU), encargado de establecer un marco jurídico multilateral para los procesos de reestructuración de deuda soberana, comenzó a sesionar,  finalmente, hace un par de semanas.


La marcha hacia la transformación comenzó a mediados del año pasado, cuando el gobierno argentino emprendió una campaña de alcance global que culminó con el proyecto de resolución presentado por Bolivia en representación del Grupo de los 77 más China (G-77 + China, conformado por 134 países) ante la Organización de Naciones Unidas (ONU). Aprobada por 124 votos a favor, 11 en contra y 41 abstenciones, su contenido guardaba 3 consideraciones fundamentales.

En primer lugar, ponía énfasis en las graves consecuencias económicas, políticas y sociales derivadas de las crisis de deuda soberana a lo largo de la historia del Sistema Financiero Internacional. En segundo lugar, mostraba una creciente preocupación en torno a la vulnerabilidad de las economías de bajos ingresos y alto nivel de endeudamiento de cara a las operaciones especulativas del capital financiero. Y en tercer lugar, consideraba urgente evitar que un Estado en particular o algún grupo de acreedores comerciales, tuvieran la capacidad de poner en cuestión los acuerdos alcanzados durante los procesos de reestructuración de endeudamiento soberano.

De esta manera, el G-77 + China hizo patente la necesidad de llevar a cabo una discusión internacional, en el marco de la Asamblea General de la ONU, para construir a la brevedad una reglamentación global en torno a los procesos de reestructuración de deuda soberana con base en la previsibilidad, transparencia y sostenibilidad de las finanzas mundiales. El fallo del juez Thomas Griesa en contra de Argentina, había impulsado la toma de decisiones de las economías emergentes: las maniobras de los fondosbuitre (fondos de inversión especializados en operaciones especulativas) en contra de los Estados nacionales debían ser neutralizadas.

La embestida de los fondos de inversión NML Capital y Aurelius contra la República Argentina, había revelado de nueva cuenta, los terribles daños derivados del modus operandi de los fondosbuitre sobre las economías periféricas. Se trata de un pequeño grupo de financistas que apoyados en su mayoría por alguna facción del poder público, compran títulos de deuda con gran descuento en el mercado secundario, después emprenden juicios en contra de los Estados en cuestión y finalmente, una sentencia a su favor en los tribunales de Nueva York los lleva a exigir pagos completos, más intereses devengados. Una operación fraudulenta que produce ganancias extraordinarias.

En el caso argentino, el magnate Paul Singer (el propietario de NML Capital) pretendía obtener un nivel de rentabilidad por encima de 1,600 por ciento. Es evidente que situaciones análogas son inconcebibles para el resto del mundo. Los peligros saltan a la vista cuando se toma en cuenta el aumento exponencial de la deuda pública a partir de la crisis de 2008/2009. La codicia de los fondosbuitre  no se limita a las economías latinoamericanas (los escándalos de Petrobras colocaron recientemente a Brasil en la mira de Mark Brodsky, el titular de Aurelius), incluye también a los eslabones más frágiles de la Zona Euro (Portugal, Italia, Grecia, España, Chipre, etcétera).

El gobierno estadounidense por su parte, se desempeña en los hechos como un auténtico paladín de los fondosbuitre toda vez que obstruye los debates orientados a limitar los alcances de sus operaciones. De manera lamentable, Washington se limita a argumentar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) constituye el espacio idóneo para discutir los temas relacionadas con la esfera financiera. Es evidente que la diplomacia del dólar no podría expresar otro punto de vista. Mientras que el sistema de votación de la Asamblea General de la ONU se rige bajo la lógica de un país, un voto; no sucede lo mismo en la gobernanza del FMI, que dicho sea de paso, todavía no implementa el nuevo sistema de cuotas de votación por la falta de aprobación del Congreso estadounidense.

Como bien señaló en conferencia de prensa Sacha Llorenti (el diplomático boliviano que actúa en representación del G-77 + China), después de que las modalidades para llevar a cabo las negociaciones intergubernamentales fueron aprobadas por 128 votos a favor (4 votos más en comparación con la resolución aprobada en septiembre de 2014) y 16 en contra: la cuestión de fondo radica en que hay países que se oponen a toda costa a establecer acuerdos multilaterales. Mientras los 16 países en contra constituyen 8.29% de los votos en la Asamblea General de la ONU, suman en cambio 45.73 puntos porcentuales en el FMI, una proporción 5.51 veces mayor.

En conclusión, la iniciativa del G-77 + China cobra fuerza pese a la resistencia del Departamento del Tesoro. Tiene el respaldo decisivo de Rusia, Turquía, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, entre otros países. El nuevo marco regulatorio sobre deuda soberana seguirá discutiéndose en por lo menos dos reuniones más, una en mayo y otra en junio o julio. Es indudable, la edificación de una nueva Arquitectura Financiera Internacional avanza a paso firme.