El Estado Islámico fue una creación de EEUU.

 Emilio Marín
La Arena [x]
El terrorista Estado Islámico (ISIS) avanzó en Irak y Siria. También se extendió la península arábiga y norte de África. La Casa Blanca lo alentó, como hizo con Al Qaeda. Obama, como antes Bush, es un Rey Midas al revés: funde lo que toca.
El 17 de mayo la pésima noticia llegó desde Irak, porque el ISIS había tomado el control de Ramadi, capital de la importante provincia de Al Anbar. Ramadi está ubicada a sólo 110 kilómetros de Bagdad. Los soldados iraquíes que defendían la plaza no fueron capaces de dar una pelea hasta el final y terminaron huyendo, abandonando armamento pesado y tanquetas provistas por el Pentágono.
Desde cierto punto de vista, la caída de Ramadi es aún más grave que la de Mosul, en el norte de Irak, acaecida en junio de 2014. Es que esta ciudad de mayoría kurda fue tomada casi de sorpresa. En cambio Ramadi estaba protegida por miles de soldados iraquíes, con preparación y equipos suficientes para impedir que cayera en manos de los extremistas del califa Abu Bakr al Bagdadi.
Esa derrota sin combatir lo suficiente fue deplorada por el jefe del Pentágono, Ash Carter, quien tuvo declaraciones muy críticas, algo que molestó y mucho al primer ministro iraquí, Haidar al Abadi. "Las fuerzas iraquíes no fueron superadas en número por los jihadistas y, sin embargo, fracasaron en la lucha y se retiraron del sitio, lo que nos muestra que tenemos un problema con la voluntad de los iraquíes para pelear contra el EI y defenderse", amonestó Carter.
Barack Obama tuvo que poner paños tibios en ese conflicto. Habló con Al Abadi y le aseguró que Washington seguirá colaborando con su gobierno, restañando las heridas abiertas por la crítica de su secretario de Defensa. Luego de reunirse con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, Obama declaró: "tenemos que pensar si estamos desplegando y organizando nuestros activos de manera eficiente para enfrentar los desafíos". A la luz de la caída de Ramadi, no está desplegando y organizando sus activos de modo eficiente.
Carter y Obama hacen una trampa monumental. Es que desvían la culpa del avance yihadista hacia los soldados y el gobierno de Irak, que por supuesto tienen las suyas. Sin embargo el mayor culpable del avance del ISIS es la Casa Blanca, el Pentágono y la OTAN. Son los que en 2003 invadieron Irak con falsos argumentos de que su presidente Hussein tenía armas prohibidas, lo ocuparon por muchos años con un millón de muertos iraquíes, devastaron su economía y su cultura milenaria, enfrentaron a sunnitas, chiitas y kurdos, etc. Ellos son los mayores responsables de que en un país caótico y dividido al por mayor hayan podido avanzar grupos terroristas como el de marras.
También en Siria.
La segunda mala noticia vino desde Siria, donde el califato extremista y sus tropas pudieron tomar la ciudad de Palmira, en el centro del país, célebre por sus monumentos grecorromanos de muchos años antes de Cristo.
En la plaza los terroristas han actuado del mismo modo que en otros lugares, con una diferencia. Como en otras ciudades tomadas han asesinado a 400 personas en Palmira, y no sólo soldados o policías del gobierno de Bashar al Assad sino también a mayoría de civiles.
En Siria los de ISIS han masacrado a gente de otras etnias y religiones, como los cristianos y kurdos, del mismo modo como en Irak a cristianos y yazidíes, por centenares y miles. Sobre este tema quizás no se ha llamado tanto la atención como a sus cinematográficos cortes de cabeza para la audiencia mundial con determinados periodistas extranjeros (estadounidenses, británicos y franceses) y el aviador jordano.
La diferencia en Palmira es que por ahora no se han dedicado a destruir las obras de arte y reliquias históricas, como hicieron en Nínive, Hatra, Mosul y Nimrud con el mentiroso argumento de que éstas van en contra del Corán.
"Esto es un desastre para todo el mundo, no solo para los sirios", se lamentó el director de Antigüedades y Museos de Siria, Maamún Abdelkarim.
Se sabe que una parte destruyen y otra la roban para vender, del mismo modo como roban y venden el petróleo de las zonas que van ocupando, para incrementar sus finanzas y aprovisionamiento.
Según analistas de la BBC de Londres el grupo criminal tiene hoy una reserva de 2.000 millones de dólares, fruto de aquellas fechorías y habrá que ver cómo se las compone para administrarlas ahora que -según EE UU- sus comandos eliminaron en Siria al tesorero, Abu Sayyaf.
Ese sitio británico estima en 300.000 kilómetros cuadrados la superficie que controla, sumando las partes de Irak y Siria bajo dominación, con una población de 8 millones de habitantes. Quiere decir que ISIS como peligro real ya pasó de castaño a oscuro, como dicen los españoles.
Responsabilidad de EEUU.
Si la ocupación y destrucción de Irak desde 2003 hasta nuestros días fue el perfecto caldo de cultivo que nutrió a ISIS, otro tanto se puede decir de la responsabilidad norteamericana respecto a esta organización criminal en su actuación en Siria.
Es que a partir de 2011 comenzó allí un levantamiento armado contra el presidente Al Assad. Esos mal llamados "rebeldes", en muchos casos verdaderos mercenarios que actuaban en sintonía con EEUU, Unión Europea, Arabia Saudita, Qatar, Emiratos y Turquía, se disimularon un tiempo bajo los pliegues de la "primavera árabe".
Pasado el primer año y tras desoír numerosos llamados del gobierno sirio a negociar en paz, reforma de la Constitución mediante en 2012 y nuevas elecciones donde por primera vez participaron dos partidos opositores, ganando Al Assad con el 88 por ciento de los votos, el juego injerencista fue quedando más claro. Es que además el llamado Ejército Libre Sirio y la Coalición Nacional Siria -armados y financieros por aquellos países- fueron fagocitados por el Estado Islámico (ISIS) y la brigada Al Nusra.
El presidente sirio lo advirtió una y otra vez. Las potencias occidentales estaban alentando a los grupos extremistas sunnitas y terminarían favoreciendo a Al Qaeda, sus ramas y fracciones.
Y esto es lo que sucedió. Argumentando la crisis en Siria y el derramamiento de sangre, que hoy se estima en 200.000 muertos, Washington y los aliados árabes reaccionarios y la OTAN tenían decidido una invasión similar a la realizada en 2011 contra Libia. Los frenó la ayuda militar rusa a Damasco, especialmente sus armas antiáereas, y la jugada política brillante de Vladimir Putin y Al Assad, de entregar el armamento químico para ser destruido bajo certificación internacional. De ese modo el Pentágono se quedó sin argumentos para bombardear.
En los diarios de ayer el presidente ruso volvió a acusar a EE UU por el surgimiento de los yihadistas. Dijo Putin: "en los países en los que ahora florece el EI no había ningún terrorismo hasta que tuvo lugar la completamente inaceptable injerencia exterior, además sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU". Era una reunión con representantes del grupo Brics y el ruso agregó: "es absolutamente necesario corregir todo lo que ha ocurrido en los últimos años". Touché, Obama.
Se lo puede vencer.
Pese a los avances ya referidos del ISIS en Irak y Siria, no se trata de un enemigo invencible. Claro que no hay que cometer el error de subestimarlo. No se trata sólo de una organización criminal sino que hay que sopesar también que aprovecha de circunstancias y apoyos a nivel internacional.
Están los miles de reclutas venidos de Europa a nutrir sus filas y los apoyos de la secta criminal Boko Haram de Nigeria, que secuestró a centenares de niñas y las vendió como esclavas allí y en países vecinos.
No sólo es eso. Lo que más favorece el accionar del califato es la política yanqui de dividir de hecho a Irak en tres partes: sunnita, kurda y chií. Esa fragmentación los alienta a quedarse al menos con uno de los tres pedazos.
Y lo dicho antes. En Siria, mientras EEUU y países europeos siguen alentando el plan de derrocar a Al Assad, en la práctica coinciden con el califa Abu Bakr al Bagdadi.
El secretario de Estado Ash Carter ha reiterado que EEUU no enviará soldados a disputar el terreno sino sólo hará bombardeos aéreos. Ese plan no podrá erradicar a ISIS sino a lo sumo imponerle algunas bajas y muertes de ciertos líderes.
Para disputarle el territorio al grupo criminal hacen falta gobiernos nacionales e independientes de Washington. El de Bagdad no lo es, el de Damasco sí.
De todos modos, el premier iraquí Al Abadi ha aceptado la colaboración de Irán y su Guardia Revolucionaria, que ha entrenado a las milicia chiíta iraquí Multitud Popular que hoy encara la recuperación de Ramadí. Esta milicia dice contar con 50.000 hombres que fueron claves para recuperar las ciudades de Tikrit y Erbil.
Por su parte Al Assad cuenta con apoyo de buena parte de su población, un buen ejército, defensa antiaérea comprada a Moscú y apoyos de Irán y del Hizbollah, libanés.
Las próximas semanas serán claves para saber cómo sigue el enfrentamiento con el grupo terrorista. Importa tener claro que no se puede depender de planes y ayudas estadounidenses en esa batalla, porque EE UU es pan para hoy y hambre para mañana. Mejor pelear como lo hace Multitud Popular y sus colaboradores iraníes en Irak; como luchan los sirios, con ayuda iraní y de Hizbollah; y como lo hicieron 134 días los kurdos y kurdas en Kobane, en el norte de Siria.