Dossier. Grecia se construye en Europa

Syriza se ha rendido, es el momento de reforzar las resistencias populares

Theodoros Karyotis*
Diagonal [x]



Durante dos semanas, el tiempo político se ha condensado en Grecia, y los ciudadanos vivieron en situaciones límite, luchando contra fuerzas que parecen mucho más allá de su control. El 27 de junio, el gobierno liderado por Syriza sometió el ultimátum de los acreedores a referéndum e hizo campaña para el 'no'. El resultado del referéndum –un rechazo rotundo de la austeridad perpetua y la continuada servidumbre por endeudamiento– pasará a la historia como un momento excepcional de dignidad de un pueblo que está bajo ataque por los acreedores europeos y la élite griega.
A pesar de los matices patrióticos, este resultado fue la culminación de cinco años de resistencia a la degradación constante de nuestras vidas. Significó escapar del dominio de los medios de comunicación, superar el miedo y hacer escuchar la voz del pueblo. Ratificó el descrédito absoluto de las élites políticas que han estado gobernando desde la transición democrática de 1974, que hicieron campaña por el 'sí'.
Por otra parte, el resultado reveló una sociedad dividida según la clase: las clases medias y bajas, que hasta ahora han asumido prácticamente todo el coste de la austeridad y el ajuste estructural, votaron abrumadoramente 'no'. Sin embargo, el resultado resiste todos los intentos de los partidos políticos de capitalizarlo; es la negación categórica del presente arreglo político y económico, la negación que necesariamente precede todos los actos de autodeterminación social.
Sin embargo, menos de una semana después del referéndum, el gobierno griego presentó una nueva propuesta de financiación a sus acreedores, ligada a un paquete de medidas de austeridad aún más duras que las rechazadas en el referéndum. Después de un fin de semana de "negociaciones", que reveló una división entre los acreedores de Grecia, se llegó en la madrugada del lunes a un acuerdo humillante, que convierte a Grecia en una colonia de deuda europea.
Pero ¿cómo fue que este 'no' se transformó en un 'sí' en cuestión de días?
El dilema de SyrizaComo muchos analistas preveían, la estrategia del gobierno de utilizar el veredicto popular como medio de presión en las negociaciones fracasó. Al regresar a la mesa de negociación, los acreedores de línea dura, reunidos alrededor del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble,dejaron claro que están dispuestos a permitir que Grecia quiebre –con todas las implicaciones económicas y políticas que ello tendría para la Eurozona– antes de ver la más mínima grieta en la disciplina neoliberal de austeridad.
El gobierno liderado por Syriza se encontró en un dilema duro y apremiante: o bien aceptar la implementación de un nuevo programa de ajuste neoliberal, o tener que asumir el coste político de una quiebra, con todos los efectos desastrosos sobre la población griega que tal desenlace supondría.
Se optó por lo primero, poniendo así oficialmente fin a estos cinco meses de enfrentamiento entre el gobierno griego y sus llamados "socios" europeos. Los términos de la capitulación son dolorosos, ya que van en contra de la totalidad de las promesas electorales de Syriza: el nuevo memorándum es quizá más duro que los dos anteriores, un experimento extremo de ingeniería social y de redistribución de la riqueza a favor de los poderosos. Mantiene muchas de las medidas injustas aplicadas por los gobiernos anteriores, como ENFIA, un impuesto transversal a la pequeña propiedad que ha convertido a las familias de clase baja en inquilinos dentro de sus propias casas, o la abolición del límite de ingresos no imponibles para los trabajadores por cuenta propia, que hace imposible que los trabajadores cualificados consigan salir de la trampa del desempleo.
El nuevo acuerdo también reafirma el papel de TAIPED, y posiblemente, le cambia el nombre. Se trata de una institución creada para vender todos los activos públicos, sobre todo las infraestructuras básicas, como puertos, aeropuertos y la empresa de la infraestructura eléctrica. Además, el acuerdo exige la abolición de la moratoria a los desahucios, abriendo el camino para una operación de expolio que amenaza con provocar un desastre humanitario, como bien sabemos por la experiencia española. Además de eso, se prevé un aumento de los impuestos indirectos, un alza en los precios de los alimentos y el transporte, así como recortes en los salarios y las pensiones a través de un aumento de las contribuciones de seguridad social.
En definitiva, un paquete de medidas destinadas a comprimir aún más las clases medias y bajas, aumentar la recesión y el desempleo, destruir las pequeñas y medianas empresas, que constituyen la columna vertebral de la economía griega, y entregar todos los activos públicos y bienes comunes al capital transnacional. A la vez perpetuando la depresión y aumentando la deuda, paralizando efectivamente la economía de Grecia y destruyendo la capacidad del país para salir de la crisis por su propio pie.
Los acreedores hicieron todo lo posible para asegurarse de que las medidas son tan punitivas como fuera posible. Para humillar aún más a sus oponentes, exigieron la votación inmediata de leyes de reforma y el regreso a Atenas de los supervisores de la Troika, que fueron expulsados por el gobierno durante las primeras etapas de la negociación.
Los argumentos de los oficiales del gobierno y los cuadros del partido que defienden los aspectos "positivos" del acuerdo son irrisorios, ya que hacen eco a los argumentos de los gobiernos anteriores, que repetían que la austeridad ampliaba las perspectivas a largo plazo para la economía griega y que el coste del ajuste no sería transferido a los más desfavorecidos. Es más honesto ver el acuerdo como lo que es: una operación de desposesión a gran escala, un sacrificio de todo un país para defender el engaño sobre el que se construyó la Eurozona.
Parece que el gobierno de "salvación nacional" de Syriza ha llegado al final de su trayecto. Está llamado a votar e implementar un plan de austeridad que no sólo hace caso omiso de la lucha de los movimientos anti-austeridad de los últimos cinco años, de los cuales Syriza formo anteriormente parte, sino que también traiciona el veredicto del 61% de los griegos que votó en contra de la austeridad sólo una semana antes.
Por supuesto, se podría argumentar que se trata de una apuesta colectiva que ha salido mal, y frente al chantaje de los "socios", el gobierno eligió la salida menos dolorosa. No hay duda de que un Grexit desordenado, junto con las medidas punitivas que serían empleadas por los extremistas neoliberales para hacer de los griegos un ejemplo, sería a corto plazo un desastre, sobre todo para las clases populares. En cualquier caso, los desenlaces políticos serán rápidos: el gobierno seguramente será remodelado o reemplazado, y Syriza se enfrentará a una división interna que podría significar el fin de este partido en su forma actual.

Una relación contradictoria
Durante los últimos tres años, los movimientos sociales de base en Grecia han tenido una actitud profundamente contradictoria ante el ascenso electoral de Syriza. Por un lado, la perspectiva de un gobierno de izquierda fue una oportunidad para llevar el conflicto a nivel institucional; después de todo, muchas de las demandas de las luchas se reflejaron en el programa de Syriza y el partido siempre mantuvo un perfil cercano a los movimientos.
Por otro lado, Syriza ha sido un agente de desmovilización, poniendo fin a la crisis de legitimación que dio un papel protagonista a la creatividad social y la autodeterminación de los movimientos, y ha promovido la institucionalización de las luchas, la marginación de las demandas que no encajaban con su proyecto de gestión estatal, y la restitución de la lógica de la representación y delegación política, que promovió la inacción y la complacencia.
Al mismo tiempo, Syriza cultivó la ilusión de que la transformación social real era posible sin romper con los mecanismos de la dominación capitalista, sin poner en cuestión el paradigma económico dominante, sin la construcción de alternativas concretas a las instituciones capitalistas desde abajo, sin siquiera cuestionar la permanencia del país dentro de una unión monetaria que por diseño favorece las economías del Norte, orientadas a la exportación, en detrimento de la periferia europea.
Los líderes de Syriza se disociaron de las bases del partido y de sus antiguos aliados dentro de los movimientos, y se resistieron tenazmente a abrir un debate público referente a la elaboración de un 'Plan B' fuera de la Eurozona, por si el 'Plan A' de "fin a la austeridad dentro de la eurozona" fallase, por temor a que esto fuera utilizado en su contra por la oposición pro-austeridad como prueba de que tenían una agenda oculta desde el principio.
Por desgracia, los acontecimientos recientes tienden a dar la razón a los que sostenían que, dada la deslegitimación y la fragilidad extrema del gobierno anterior, un nuevo memorándum sólo era posible a través de un nuevo y popular gobierno ‘progresista’. Este es probablemente el papel que Syriza acabó jugando involuntariamente, usando sus amplias reservas de capital político.
Levantando el velo de la ilusiónEl hecho de que Syriza no consiguió cumplir ninguna de sus promesas electorales o revertir la lógica de austeridad levanta el velo de ilusión respecto a las soluciones institucionales desde arriba y deja a los movimientos de base exactamente donde comenzaron: siendo la principal fuerza antagónica al asalto neoliberal a la sociedad y la única fuerza capaz de imaginar un mundo diferente que va más allá de las instituciones fallidas del mercado capitalista depredador y la democracia representativa.
Sin lugar a dudas muchos activistas honestos y comprometidos están vinculados a las bases partidistas de Syriza. Es ahora su tarea reconocer el fracaso del plan de Syriza y resistir los esfuerzos del gobierno para vender el nuevo memorándum como un desarrollo positivo o inevitable. Si Syriza, o una parte mayoritaria del mismo, decide permanecer en el poder –en este conjunto gubernamental o en algún otro, más servil, establecido por los acreedores– y supervisar la aplicación de este brutal memorándum, es la tarea de la bases del partido rebelarse y unirse con otras fuerzas sociales en busca de una salida a la barbarie, a romper filas de un partido que podría ser rápidamente convertido de una fuerza de cambio en un administrador reacio de un sistema brutal sobre el cual no tiene ningún control.
El papel de la Izquierda –definida en términos amplios– no es la de un administrador más benévolo de la barbarie capitalista: después de todo, ese era el propósito original de la socialdemocracia, un proyecto que se agotó ya en la década de los 80. No puede haber "austeridad con rostro humano": la ingeniería social neoliberal es un ataque a la dignidad humana y a los bienes comunes en todas sus manifestaciones, de derecha o de izquierda.
He argumentado en otro lugar que el 'no' en el referéndum de la semana pasada fue ambivalente, y la lucha para darle sentido acaba de empezar. Horas después del anuncio de los resultados, el primer ministro Tsipras interpretó el veredicto popular como un mandato para "mantenerse dentro de la Eurozona a cualquier precio'. Es evidente, sin embargo, que el nuevo paquete de 'rescate', está fuera de su mandato: el Plan A, el único plan de Syriza, que vaticinaba el fin de la austeridad sin un enfrentamiento con los poderes fácticos ha fracasado totalmente.
El Plan B, promovido en diversas formas por Antarsya, el Partido Comunista y la propia Plataforma de Izquierda de Syriza aboga por una recapacitación productiva fuera de la Eurozona. Aunque se hace cada vez más popular después de que la inflexibilidad del proyecto europeo se ha hecho evidente, todavía es un plan productivista, centrado en el Estado, de arriba hacia abajo, que no pone en tela de juicio los significados dominantes del capitalismo: el crecimiento capitalista sin fin, la economía extractiva, la expansión de la producción, el crédito y el consumo. Por otra parte, mediante el atrincheramiento nacional que promueve, conlleva el peligro de desviaciones autoritarias.
Un punto de inflexión decisivoComo siempre, la crisis griega es un punto de inflexión referente al futuro del proyecto europeo. Los representantes de la línea dura en la Eurozona insisten en culpar a la gente de la periferia europea por los defectos estructurales de la moneda común y por su propia insistencia en socializar la deuda privada a través de los eufemísticamente llamados "paquetes de rescate". Al mismo tiempo, están envenenando las mentes de la gente del norte de Europa con un discurso moralista neocolonial propagado a través de los medios de comunicación.
La percepción de pérdida del poder político sobre su propia vida está haciendo que muchos europeos den un giro hacia partidos xenófobos y reaccionarios que prometen un retorno al Estado-Nación autoritario. La izquierda europea mira con perplejidad como sus esperanzas de una UE basada en la solidaridad y la justicia social se desvanecen junto con los esfuerzos de Syriza de negociar una salida humana de la crisis de la deuda griega.Es el momento oportuno para que una amplia alianza de fuerzas sociales lleve adelante un "Plan C", basado en la colaboración social, el autogobierno descentralizado y la administración de los bienes comunes. Sin pasar por alto su importancia, la política electoral nacional no es el campo privilegiado de acción cuando se trata de la transformación social.
La extinción de la democracia en Europa debe complementarse por el fortalecimiento de las comunidades auto-organizadas a nivel local y el establecimiento de fuertes lazos entre ellos, junto con un giro hacia una economía basada en la solidaridad y las necesidades humanas, y la gestión y defensa colectiva de los bienes comunes. El contrapoder social de los oprimidos debe enfrentar el poder social del capital directamente en su espacio privilegiado: la vida cotidiana.
En Grecia, después de dar una vuelta completa, el debate sobre nuestro futuro más allá de la austeridad acaba de empezar. El rotundo 61% de rechazo a la austeridad sirve para recordarnos que este debate es urgente, y la reactivación de los movimientos sociales que prefiguran nuevas relaciones sociales construidas desde abajo es inminente, después de algunos años de relativa desmovilización. Tenemos por delante un nuevo ciclo de resistencia creativa, de forjar sujetos colectivos y de experimentación incansable por la transformación de nuestra realidad desde abajo.
*Theodoros Karyotis es sociólogo, traductor y activista que participa en movimientos sociales que promueven la autogestión, la economía solidaria y la defensa de los comunes. Escribe en autonomias.net y tuitea en twitter.com/TebeoTeo

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Capitulación

Jacques Sapir*
RussEurope [x]

Al amanecer del lunes 13 de julio, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, capituló. Se rindió bajo las increíbles presiones de Alemania, pero también de Francia, de la Comisión Europea y del Eurogrupo. El hecho es que ha capitulado. Porque no hay otra palabra para designar el acuerdo que el Eurogrupo y los diversos dirigentes europeos le han impuesto a punta de pistola o, para ser más precisos, con la amenaza de la expulsión de Grecia de la Eurozona. Esta capitulación tendrá consecuencias dramáticas en primer lugar en Grecia, donde seguirá imponiéndose la austeridad, pero también en toda la Unión Europea. Las condiciones en las que esta capitulación se ha arrancado hacen añicos el mito de una Europa unida y pacífica, una Europa de la solidaridad y del compromiso. Hemos sido testigos de cómo consiguió Alemania de Grecia lo que los antiguos llamaban paz cartaginesa. Se sabía que esa era la posición desde el principio de Dijsselbloem, el presidente del eurogrupo [1]. Hemos visto con tristeza, pero también con cólera, que Francia ha acabado por plegarse a la mayor parte de las exigencias alemanas, a pesar de lo que diga nuestro presidente. Este 13 de julio quedará señalado en la historia como un día de luto, tanto para la democracia como para Europa.
Un acuerdo detestable
Este acuerdo es un acuerdo detestable, por varias razones. En el ámbito económico, sangra de nuevo la economía griega sin proporcionarle la necesaria y verdadera bocanada de oxígeno que necesitaba. El crecimiento de la presión fiscal sin contrapartidas tendrá consecuencias desastrosas para la economía griega. Se trata de imponer la austeridad en la más pura lógica de un Pierre Laval en Francia, pero sobre todo de un Brüning en Alemania o de un McDonald en Gran Bretaña, esos personajes trágicos de los años treinta que agravaron con sus políticas las consecuencias de la crisis de 1929. El incremento exigido de la presión fiscal, los nuevos recortes en el gasto, no van acompañados de un plan de inversión masiva que hubiera podido compensar sus efectos, al menos en parte. Nótese asimismo que el Gobierno griego está obligado a emprender: “ambiciosas reformas en el ámbito de las pensiones y a definir políticas que compensen plenamente la incidencia presupuestaria del fallo del Tribunal Constitucional relativo a la reforma de las pensiones de 2012 y a aplicar la cláusula del déficit cero o medidas alternativas mutuamente aceptables de aquí a octubre de 2015”. En resumen, se proclama que la lógica de la austeridad es más importante que la Constitución de un Estado soberano [2].
Este acuerdo es también detestable en el ámbito financiero. Asume el Mecanismo Europeo de Estabilidad, o MES. Pero ese compromiso tendrá que ir creciendo de forma regular. En efecto, la economía griega va a continuar hundiéndose en la depresión. El monto de los recursos fiscales va a estancarse o a disminuir y eso va a ser así aunque se aumente la presión fiscal que el acuerdo prevé. Por tanto la deuda, en proporción a la riqueza producida, será cada vez más pesada. Acerca de esta deuda, la "reperfiladura" –palabra bárbara que designa la prolongación de los retrasos en el pago del principal y el aplazamiento de los intereses- no resuelve nada. Se sabe que el Fondo Monetario Internacional ha dicho que es preciso reestructurar, es decir, anular, una parte de la deuda griega. Pero Alemania se niega siempre obstinadamente. Dentro de poco será necesario encontrar más dinero para Grecia. Una de las razones por las que este plan es detestable es porque no resuelve nada, ni a nivel económico ni a nivel financiero.
Un acuerdo de tipo neocolonial
Por último, este plan es detestable por una tercera razón. Porque políticamente acaba poniendo a Grecia bajo tutela, asimilándola en la práctica a una colonia privada de todo poder real. No sólo se convoca al Parlamento griego a votar con máxima celeridad determinadas reformas con dos fechas topes, el 15 y el 22 de julio [3], sino que primero deberá someter las diferentes medidas a adoptar al control y arbitrariedad de las instituciones europeas. Hay un párrafo del acuerdo especialmente significativo. Dice lo siguiente: “El Gobierno debe consultar con las instituciones y acordar con ellas cualquier proyecto legislativo en los ámbitos afectados en un plazo adecuado antes de someterlo a consulta pública o al Parlamento”. [4]
Se trata del restablecimiento de lo que los griegos llaman el “régimen de la troika”, el régimen que habían rechazado desde las elecciones del 25 de enero último. Y ahí está sin duda el resultado más inaudito de este acuerdo. Equivale a anular unas elecciones libres y democráticas, a afirmar que las normas que Bruselas establezca tienen más peso que el sistema democrático. Es necesario recordar que desde este punto de vista este acuerdo no afecta sólo a los griegos, sino que también amenaza a todos los pueblos de la zona euro. Así pues, nos amenaza también a nosotros, los franceses. Y el hecho de que nuestro presidente, François Hollande, se haya prestado también al crimen, porque no hay otra palabra en el ámbito político para calificar este acuerdo, debería llenarnos de pavor. Al poner su firma al final de este acuerdo, al aceptar que de aquí al fin de semana tiene que votarse en el Parlamento francés, François Hollande no sólo es culpable de connivencia en el estrangulamiento de la democracia en Grecia, sino también en el conjunto de la zona euro.
Yendo aún más lejos, este acuerdo prepara el expolio de la población griega en el leonino párrafo que concierne a las privatizaciones y que proviene directamente de lo que en el siglo XIX se denominaba “políticas de cañonera”. En efecto, este párrafo estipula que el Gobierno griego debe: “elaborar un programa de privatización mucho más sustancial con una mejor gobernanza; los activos griegos más valiosos se transferirán a un fondo independiente que los monetizará a través de privatizaciones y otros medios. La monetización de los activos constituirá una fuente que permitirá el reembolso programado del nuevo préstamo del MES y generará durante la duración de ese nuevo préstamo un montante total fijado en 50.000 millones de euros, de los cuales, 25.000 millones se utilizarán para reembolsar la recapitalización de los bancos y otros activos y el 50% de cada euro restante (es decir, el 50% de 25.000 millones de euros) se utilizará para que disminuya la ratio de la deuda, mientras el otro 50% se utilizará para inversiones” [5]. Eso quiere decir que Grecia no podrá utilizar más que el 50% de 25.000 millones, es decir, 12.500 millones procedentes de las privatizaciones para inversiones. Ahora bien, estas sumas no estarán disponibles –suponiendo que lleguen a estarlo algún día- antes de dos o tres años.
Cuando en la mañana de este 13 de julio escuchamos a François Hollande afirmar que se había preservado la soberanía de Grecia, habría podido decirse que nuestro presidente tiene un gusto más que dudoso para las bromas. Es añadir el insulto a la herida. Porque la soberanía de Grecia ha sido de hecho bien pisoteada por el Eurogrupo y Alemania, con la ayuda y el consentimiento de Francia. Por esta razón, este 13 de julio será en adelante un día de duelo para todos los que defienden la democracia, la soberanía y la libertad de los pueblos.
La cuestión del euro
François Hollande afirma que su acción ha salvado al euro. Está claro que si Alemania hubiera impuesto la expulsión de Grecia fuera de la zona euro, habría desencadenado el proceso de disolución de dicha zona en un plazo relativamente corto. Sin embargo, mantener a Grecia en la zona euro no salva en absoluto al euro. Por una parte, porque los problemas económicos y financieros de Grecia no se han resuelto. Por otra, porque hay otros países que en estos momentos pasan por grandes dificultades, especialmente uno de nuestros vecinos, Italia.
El euro está indisolublemente ligado a la política de austeridad, y de eso hoy mismo hemos tenido la prueba. La política económica emprendida en la zona euro, fortalecida por el papel desempeñado por los diversos tratados, y en particular por el último Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza ratificado en septiembre de 2012, no puede conducir más que a la austeridad. Si todavía no se había comprendido así, hoy ha quedado ya perfectamente claro: el euro es austeridad. Por supuesto que puede haber políticas de austeridad sin el euro. Pero el euro implica realmente políticas de austeridad, y cualquier política que se desarrolle en el marco del euro conduce a la austeridad. Es necesario comprender el sentido profundo de esta afirmación. Hoy en día, mientras sigamos en la zona euro, será imposible poner en marcha otra política económica que no sea la austeridad. Al no haberlo comprendido así, Alexis Tsipras se ha puesto él mismo la soga al cuello.
Esta constatación está llamada a convertirse en el verdadero punto de fractura de la política francesa en los meses y años venideros. Así pues, lo que realmente ha salvado François Hollande ha sido la austeridad. Sabemos que esa elección la hizo ya en 2012. Y que no ha cambiado. Por ello deberá ser juzgado en las próximas elecciones.
Notas:
[1] Varoufakis: Pourquoi l’Allemagne refuse d’alléger la dette de la Grèce: http://blogs.mediapart.fr/blog/monica-m/120715/varoufakis-pourquoi-lallemagne-refuse-dalleger-la-dette-de-la-grece
[2] Declaración de la cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2014, pág. 3.
[3] El texto del acuerdo precisa que esto último no será válido más que en las condiciones siguientes: “No será sino después –e inmediatamente después- de que las cuatro medidas antes mencionadas se hayan puesto en práctica en el plan jurídico, y de que el parlamento griego haya aprobado todos los compromisos contenidos en este documento, con la verificación de las instituciones y del Eurogrupo, cuando se pueda adoptar una decisión que dé un mandato a las instituciones para negociar un protocolo de acuerdo”. Declaración de la cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2015, pág. 2.
[4] Declaración de la cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2015, pág. 5.
[5] Declaración de la cumbre de la eurozona, Bruselas, 12 de julio de 2015, pág. 4.

 

*Jacques Sapir dirige el grupo de investigación Irses en la FMSH y coorganiza con el Instituto de Previsión de la Economía Nacional (IPEN-ASR) el seminario franco-ruso que estudia los problemas financieros y monetarios del desarrollo de Rusia. Sus artículos pueden leerse en el blogRussEurope.

Traducción: Sinfo Fernández (Rebelión)

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Grecia, ¿gobierno de izquierdas o de Vichy?

Miguel A. Montes
Rebelión


Se rebasan las líneas rojas del programa de izquierda. Medidas neoliberales, sin quita de deuda, nueva sangría al pueblo griego: recortes pensiones, aumento del IVA, privatizaciones y endurecimiento leyes laborales.  


Al final va a ser que los camaradas del Partido Comunista Griego (KKE), tenían razón cuando proponían someter a referéndum las 2 propuestas de recortes, la de la Troika, y la del gobierno que aceptaba el 90% de lo propuesto por la Troika. A 5 días de la celebración del referéndum el Gobierno griego después de un NO masivo a la austeridad presenta un nuevo paquete de reformas que sobrepasa las líneas rojas de sus promesas electorales. 
Si la última propuesta de recortes del gobierno griego suponía 8.000 mill. €, el 4% del PIB, ésta nueva supone un coste de 10.000 mill. € (5% del PIB) a pagar por el pueblo (1) y sin ninguna quita de la deuda. Unas medidas que no sólo encontrarán la oposición del KKE, y sindicatos como el PAME, sino también del ala izquierda de Syriza. Propuesta que fué aprobada este fin de semana por el parlamento griego con la oposición del KKE y la abstención de 8 diputados de Syriza. 
Las líneas rojas del IVA se han sobrepasado. Se fija un 13% de IVA para alimentos básicos, hoteles, energía y agua, el resto pasa del 13% al 23%. La tarifa mínima se reduce medio punto al 6% para medicamentos, teatro y libros. En las islas del Egeo que hasta ahora gozan de un 30% de descuentos del IVA, se eliminará a partir de octubre de 2015 en las islas más ricas y con mayor afluencia de turistas y se exceptuará a las islas más remotas. 
El plan contempla la subida del impuesto empresarial del 26% al 28%. Medida positiva pero insuficiente para recaudar los ingresos públicos necesarios, que seguirán pagando mayoritariamente los trabajadores. 
Las líneas rojas de las pensiones también se han sobrepasado. Se penaliza las jubilaciones anticipadas. Y se aumenta progresivamente hasta el 2022 la edad de 67 años o a un mínimo de 62 años con 40 años de cotización. Además se eliminaría de forma progresiva las pensiones complementarias hasta diciembre del 2019. Estas medidas suponen un ahorro anual equivalente al 1% del PIB a partir del 2016. 
Las líneas rojas de frenar las privatizaciones también se han sobrepasado. El acuerdo contempla la venta de activos del Estado. 
El texto no contempla siquiera la reestructuración de la deuda. 
Alexis Tsipras ha reconocido que el acuerdo “es lejano a nuestro programa electoral, pero mejor que otras alternativas” (2). Y también que las medidas se toman con el fin de recuperar la confianza de inversores y mercados (3). Objetivo, regular el capitalismo con leyes neoliberales (sic).
La respuesta no se ha hecho esperar, primero se han manifestado los pensionistas en contra de esta reforma. También lo han hecho el PAME, el KKE y Antarsya, en contra de los nuevos recortes propuestos por el gobierno para acordarlos con la Troika, en la plaza de Syntagma, superando el triple de manifestantes de los que ayer que se concentraron para lo contrario, para pedir al Gobierno que logre un acuerdo con los acreedores y que garantice la permanencia del país en la eurozona. 
Estas medidas son contraproducentes para el crecimiento económico, siguen la misma tónica que las anteriores, ya que ante el aumento de los impuestos indirectos, los cuales van a perjudicar mayormente a los trabajadores, bajará el consumo interno, y en consecuencia la recaudación impositiva. Lo que provocará un nuevo decrecimiento del PIB griego. 
Estamos ante un escenario insólito, no ha sido el gobierno griego quien ha amenazado con salirse del euro, ni mucho menos de la UE imperialista, al revés ha sido la Troika, no ha sido el gobierno griego quien desde el primer día ha impuesto el control de capitales para evitar la evasión de miles de millones de euros, ha sido la Troika con la amenaza de no garantizar liquidez a los bancos. Con la vista puesta en las negociaciones, y sin más capacidad de maniobra que el referéndum, el gobierno griego con una posición equivocada ha acabado cediéndolo casi todo a los buitres de la Troika. Ahora viene el desgaste y la misma tendencia iniciada hace 5 años por los gobiernos del PASOK y ND, la reducción paulatina del PIB que en sólo 5 años desde el 2010 se ha reducido una cuarta parte. 
Ni siquiera las posiciones de los negociadores griegos han sido duras. Ni siquiera se han negado a pagar la deuda y eso que el reglamento europeo de mayo de 2013 impone a los estados miembros de realizar una auditoría de la deuda si esta es insostenible y contiene irregularidades. Las autoridades griegas deberían decir con la auditoría de la mano: hemos vaciado nuestras arcas para cumplir con el vencimiento, los acreedores no habéis cumplido con vuestra palabra cortando el crédito y encareciendo la deuda, ¡¡¡suspendemos los pagos!!! (4). 
No ha habido ningún plan B por el gobierno griego ante la falta de liquidez, ni control del movimiento de capitales desde el inicio para evitar la fuga y sangría de depósitos. La oligarquía financiera griega ha evadido 35.000 millones de euros desde noviembre del año pasado, 8.000 de los cuales sólo en las 2 últimas semanas, agravando la liquidez del Estado griego. Y como reconocen los auditores de la deuda griega, el gobierno debió ejercer el control de sus bancos del cual es accionista mayoritario, crear una moneda complementaria no impresa, electrónica, para permitir los pagos en euros de pensiones, salarios, etc. Y el pueblo con esa misma moneda electrónica hubiera podido pagar los impuestos, comida, medicamentos, etc (5). Esa hubiera sido una alternativa más sólida ya que, como reconoce el KKE, la salida de la zona del euro sin más, con una moneda infravalorada dentro de la UE, perjudicaría al crecimiento económico (6). 
Pero se ha ido por el camino y la táctica equivocadas. Tsipras se tragó que los negociadores europeos estaban dispuestos a negociar a cambio de concesiones. Pero al final de cada paso que ha dado el gobierno griego en esa dirección la Troika siempre ha terminado diciendo ¡¡¡queremos más!!!. Y en torno a esa estrategia los acreedores han conseguido gran parte de sus objetivos sin ceder contrapartida alguna. 
Al final todo quedó pendiente a que este fin de semana pasado los amos de la UE, los buitres financieros y sus lacayos políticos encabezados por Merkel dijeran sí con un brindis al sol.   
Brindis al sol no sin más exigencias, siguiendo la estrategia de objetivos sin ceder contrapartidas. Tras 17 horas de “negociaciones” el gobierno griego (que volvió a ceder) y la Troika llegan a otro nuevo acuerdo para el tercer rescate en el que además se contemplan la creación de un fondo de privatizaciones por el valor de 50.000 millones de euros al que Grecia transfiera sus activos y cuyos beneficios se utilicen para recortar la deuda, se comenzará con la privatización de la red eléctrica (ADMIE). Además Grecia deberá endurecer la reforma de pensiones para alcanzar el déficit cero. Y por último, se les exige un endurecimiento de las leyes laborales, que afectarán a la negociación colectiva, la acción sindical y los despidos colectivos. 
Toda una enorme transferencia de recursos costeados por la clase obrera y las clases populares al capital financiero mediante la universalización de los recortes y los rescates. Ese es el contenido de la UE desigual, imperialista y carroñera de la que sólo podemos esperar tres cosas, reformas laborales contra los trabajadores, leyes de austeridad permanente contra los salarios diferidos e indirectos de los trabajadores, y limitación de las libertades democráticas de los trabajadores mediante la represión y la anulación de la voluntad popular, tal y como se ha demostrado en el caso griego, donde los partidos que hacían campaña por el NO y por el Sí (excepto el KKE) se han puesto de acuerdo para ceder con su voto a más recortes antipopulares. 
Es la dictadura de clase de la oligarquía financiera europea sobre la clase obrera de todas las latitudes del continente. Hay que pagar la deuda, pues a vaciar las arcas públicas con dinero de los trabajadores, y punto. Y al contrario de lo que sucedió en el 2012 (cuando ya hubo una quita de la deuda griega) sin ninguna quita de deuda. 
El peor acuerdo de austeridad de los habidos en Grecia convierte al nuevo gobierno en un gobierno de Vichy, que tras el exitoso referéndum profundizará en el rechazo hacia la UE de la población con la aplicación de las medidas antipopulares y dará caldo de cultivo para el crecimiento de la derecha y la ultraderecha ante la claudicación de la izquierda socialdemócrata. 
Esperemos que el movimiento obrero mediante la lucha y concienciación sea capaz de enfrentar a la situación de sangría a la que se está sometiendo al pueblo griego y dirigir un proceso de cambio hacia la izquierda contra la UE imperialista y sus leyes de austeriticio permanente. 

Notas: