TPP, TTIP, TISA: “Arreglos” en secreto para acabar con los pobres

Rubén Ramos
Alainet [x]

La multipolaridad, la avanzada progresista en el mundo

Si es usted ciudadano de Perú, Chile, Colombia o México; pertenece a alguna de las clases empobrecidas del campo o de la ciudad; cree lo que la prensa, radio o televisión dicen sobre la Alianza del Pacífico, la inversión extranjera y el libre comercio, está obligado a leer el artículo adjunto con mucha atención.

 Si es mayor de 50 años, tiene algún problema de salud y compra medicinas genéricas, léalo con mucho más detenimiento. La atención médica será cada vez más abusiva, caótica y errática; la seguridad social será un cuento y los “genéricos” no sólo seguirán subiendo (“porque el dólar está cada vez más caro”), sino que pronto desaparecerán de las farmacias.

Si cada mes paga más por su recibo de agua, luz, teléfono, internet o por cualquier servicio que reciba o trámite que haga, agudice su capacidad de reflexión porque el artículo le informa de cómo los servicios de cualquier índole serán inaccesibles para los que sobreviven con un salario. Los desocupados morirán inexorablemente y los pensionistas igual.

Si tiene a sus hijos en “colegio particular”, vaya convenciéndolos de que más temprano que tarde tendrán que ir a donde van “todos los cholos” a perder el tiempo y aprender a delinquir. Y si están en una universidad privada, y no es usted narco, congresista, corrupto o funcionario del Estado (que es igual y lo mismo), lea con ellos el artículo para que adviertan lo que les espera. Si los tiene en instituciones educativas públicas éstas serán, muy pronto, sólo un triste recuerdo.

En fin, cualquiera sea su situación, entérese cómo irá a cambiar lo que tiene y lo que pensaba hacer o tener en el futuro cercano. Todo, “gracias” a los tres Tratados que no se discuten, sino que se imponen; que no pasan por los poderes del Estado, sino que se “arreglan”. Los gobiernos de los 50 y más Estados “amigos” de los EEUU, (entre los que se cuentan los obsecuentes de México, Perú, Chile y Colombia) están obligados a mantenerlos en secreto.

Los “arreglos” se concretan entre la institucionalidad financiera de la ONU (FMI y BM), de la OEA (BID), del Departamento de Estado de EEUU (USAID), los Comandos Combatientes Unificados del Departamento de Defensa de este país y los ministros de Defensa o primeros ministros de los países “amigos” que han sido designados para esos cargos por esas instituciones en mérito a su incondicionalidad con el gobierno de EEUU.

Los tratados se denominan: Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés), Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), y Tratado de Comercio de los Servicios (TISA, por sus siglas en inglés).

Sus alcances no son locales, ni nacionales, ni regionales. Son mundiales. Buscan establecer un nuevo orden hegemónico global civil-militar compartido entre la banca sionista imperial anglo-estadounidense-israelí y los diez Comandos Unificados distribuidos en los cinco continentes del planeta. (El Comando Sur para el caso de América latina y del Caribe).

Estados Unidos pretende superar la crisis que implica el desmoronamiento de su economía sustentada en la hegemonía del dólar haciéndose dueño del mundo. Para esto: Instrumentaliza a su antojo a sus aliados de la Unión Europea, de Asia, África, América y Oceanía a través de la ONU, la OEA. Obliga a acatar sus decisiones para el manejo de sus economías y de sus deudas a través del FMI-BM, del BID, de USAID y de los Bancos Centrales. Impone la financiarización de sus economías para que los bancos sigan estafando a los ciudadanos con dinero ficticio y una vida empeñada. Afecta la producción, el crecimiento económico, el ahorro. Flexibiliza el trabajo hasta extinguirlo. Precariza el ingreso incrementando la extrema pobreza.
Nada parece detener a EEUU en su esquizofrénico afán por restablecer la hegemonía perdida. Los tratados de la Triple T se inscriben en esta perspectiva. Se trata de frenar la posibilidad de un nuevo orden mundial multipolar. Esto implica cercar a Rusia, destruir Irán, aislar a China, acabar con el BRICS y con la Cooperación de Shangai. En América latina, el objetivo es terminar con el ALBA. Para esto qué mejor que “utilizar al enemigo (Cuba) para derrotar a los enemigos”: Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua. De paso, también a los otros: Argentina, El Salvador, Brasil. Así se acaba PetroCaribe, el Mercosur, la CELAC.

En esta realidad, nada de lo que actualmente ocurre en la economía, la política, la sociedad y sus instituciones puede entenderse desde una mirada inmediata y “provinciana”. Pretender que alguno de los fantoches que fungen de presidentes en los países de la Alianza del Pacífico o del Caricom, tiene alguna capacidad para decidir algo, en algún orden de la vida de sus pueblos, es carecer de un mínimo de razonamiento. Es ser un consumista no sólo de comida, sino también, de información basura.

En Perú, la prensa oligárquica, decadente y falaz, distrae al pueblo con los intríngulis de la familia presidencial, la corrupción y los corruptos que vertebran la política nacional, la farándula congresal, la “inseguridad ciudadana” y los anuncios para acabarla. Mientras tanto, un ministro, digitado por la alianza sionista civil-militar de los EEUU concreta los “arreglos” redactados por la dupla BID-Comando Sur para hacer del territorio peruano una gran base militar de alcance regional, a la vez que patrimonio exclusivo de las transnacionales socias del BID, del BM y de USAID y únicos beneficiarios de todas las actividades productivas, de comercio y de servicios que se generen al amparo de la financiarización de la economía y las Alianzas Público-Privadas. Dos de los principales instrumentos del TPP y del TISA.

Lo que suponen estos dos Tratados junto al TTIP, es el ejercicio de la soberanía nacional de los Estados por las fuerzas militares de los Comandos Unificados de EEUU en el mundo, por las transnacionales usurpa-depredadoras de la tierra de los pueblos originarios y del medio ambiente, y por la banca financiarizadora y especulativa que tiene como soportes al narcotráfico, la corrupción, y a los Estados obsecuentes.