Cuba, ONU y el papa peronista

Eduardo Anguita
Tiempo Argentino [x]

Los 38 grados de temperatura que se registran en la isla al momento de escribir estas líneas no serán un impedimento para que el Papa brinde tres misas multitudinarias en Cuba. La maratón de Francisco, que llegará el sábado próximo a La Habana, tendrá una primera etapa con el oficio religioso en la histórica Plaza de la Revolución donde ya estuvieron el polaco Karol Wojtyla (enero de 1998) y el alemán Joseph Ratzinger (marzo de 2012). En otro contexto, la Casa Blanca había presionado a Wojtyla para evitar su visita a Cuba y al no lograrlo pretendió una condena del Papa al gobierno revolucionario. Sin embargo, el polaco se quedó cinco días y elogió los sistemas de salud y educación en la isla. Fidel, que había estudiado en un colegio jesuita, pudo traspasar el aislamiento de mucha gente gracias a la amistad que selló con Wojtyla. Precisamente en ese 1998, Jorge Bergoglio asumía la titularidad del arzobispado de Buenos Aires y dejaba sellada su visión de ese encuentro en el libro de su autoría: Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro. No imaginaría entonces que, 17 años después y como Papa, dialogaría con Raúl Castro y, quizá, con el propio Fidel en esa isla caribeña. 


No son muchas las naciones que recibieron a tres jefes del Estado Vaticano, de hecho en América Latina sólo Brasil tiene ese récord. Lo curioso es que Cuba está gobernada por el Partido Comunista y sólo un porcentaje pequeño de los 12 millones de cubanos está inscripto oficialmente como católico. Brasil, en cambio, es el país que alberga más católicos del mundo: más de la mitad de los 200 millones de brasileños se declaran católicos. 

El contexto de la llegada a Cuba del Papa argentino y latinoamericano tiene algunos ingredientes interesantes. Uno es que el propio Raúl invitó a la presidenta argentina a estar presente en ese histórico momento. Muchos recuerdan que, en vez de asistir a la Casa Blanca para la asunción del primer mandato de Barack Obama en enero de 2009, Cristina estuvo en Cuba reunida con un Fidel Castro que le pedía al flamante presidente afroamericano que terminara con el bloqueo a su país. Pocos años después, los hermanos Castro, Obama, Bergoglio y Cristina están identificados en este tema que tiene un camino cierto de solución. Además, Bergoglio tuvo un papel importante en las conversaciones que Raúl Castro y Barack Obama tuvieron hasta llegar a la normalización de las relaciones diplomáticas con la apertura de las embajadas respectivas el pasado 20 de julio. Pero no sólo eso: Obama instó al Congreso, de mayoría republicana, a dictar una ley que termine con el embargo impuesto en octubre de 1960 y que impide las relaciones económicas y financieras con la isla. Para tomar dimensión de las sanciones, los estadounidenses tienen prohibido viajar directamente a Cuba y la autorización para abordar un avión desde suelo norteamericano a Cuba está limitada a vuelos charter y los pasajeros deben pasar el celoso control del Ministerio de Transporte de Estados Unidos para justificar el viaje por motivos familiares, de salud o académicos. 

Como señal de cambio, Raúl Castro despedirá el próximo martes 22 a Francisco en la escalerilla del avión en el aeropuerto José Martí y el vuelo aterrizará apenas tres horas y media después en la Base Andrews, Washington DC, donde estará Obama para darle la mano de bienvenida. Será la primera vez, en sus 78 años, que Jorge Bergoglio pise suelo estadounidense.

Las misas multitudinarias que dará Francisco en La Habana, Holguín y Santiago de Cuba serán el prólogo de las actividades que tendrá en suelo norteamericano. Desde la visita a la Casa Blanca con los jardines poblados de gente hasta la misa del jueves 24 en el Madison Square Garden, pasando por una visita a la histórica parroquia de Saint Patrick, cuna de los católicos neoyorquinos de origen irlandés. Lo interesante es que a aquella colonia irlandesa, hoy se suma la gran cantidad de latinoamericanos que acudieron a esas latitudes en busca de trabajo. Los "hispanos" –como los llaman en el norte– eran apenas el 1% de la población a mediados del siglo pasado y en la actualidad representan más del 15% y crecen proporcionalmente mucho más con respecto a otras comunidades. La inmensa mayoría de estos latinoamericanos de primera o segunda generación es de origen católico, de modo que la llegada de un Papa carismático proveniente también del sur del Río Bravo genera una expectativa inmensa. 

Acá llega el momento de hablar de la verdadera cara de la creciente presencia latinoamericana en territorio del norte. Los indocumentados de origen mexicano llegan a 11 millones, no tienen derechos civiles por su condición de "ilegales" pero resultan funcionales a un capitalismo que les brinda salarios de miseria por tareas que los habitantes con derechos no harían de ningún modo y menos por ingresos miserables. Anualmente, las patrullas de frontera de Estados Unidos detienen a alrededor de 200 mil mexicanos que intentan filtrarse al norte y no menos de 400 mil que lograron pasar son deportados. 

Aylan Kurdi, con su camisetita roja y el pantaloncito azul, tendido sin vida en una playa turística de Turquía, con sus tres añitos, fue la imagen que colmó la paciencia de mucha gente hace un par de semanas. Unas olas de solidaridad se desplegaron en las plazas de Europa al tiempo que varios gobiernos asumían lo que negaron por décadas: nunca hubo tantos deportados y desplazados en los países cercanos al Viejo Continente, muchos de ellos ex colonias de esas naciones. De un tema ocultado, con altos niveles de xenofobia e hipocresía, se pasó a una corriente de identificación e indignación. Como dato significativo de este cambio, el sábado pasado Jeremy Corbyn se imponía en las elecciones internas del laborismo británico y su primera actividad fue sumarse a una marcha solidaria con inmigrantes que recorría las calles de Londres. Curbyn es una izquierda laborista que por décadas era minoritaria frente a la mayoría tibia que encarnaba Tony Blair. 

Si un líder residente en Europa mantuvo alto el reclamo por el trato a los inmigrantes, si alguien levantó la voz cuando murieron 700 migrantes norafricanos en la isla de Lampedusa en abril pasado, fue precisamente el Papa. Y no reparó en si eran musulmanes, animistas o evangélicos. No cabe dudas de que la comunidad latinoamericana, y en especial la de origen mexicano, encontrará en Francisco a un interlocutor destacado para poner en agenda la situación de los ilegales. El mismo Obama, a principios de mayo de este año, propició una reforma migratoria pero se encontró con una pared en el Congreso norteamericano. 

El viernes 25 a las 8:30, Francisco llegará a la sede de Naciones Unidas, erigida al lado del East River, pleno corazón de Manhattan. Para ese entonces seguramente habrá dejado de lado la derrota de San Lorenzo a manos de Huracán y la cesión de la punta del campeonato del club de sus amores para dejarla en manos de Boca Juniors. Frente a los mandatarios de casi 200 naciones, el Papa defenderá la encíclica Laudato si (Alabado seas), que algunos llaman la encíclica verde. Ese texto, conocido en mayo pasado, no se queda en una mirada conservacionista sino que pone la lupa sobre los poderosos negocios multinacionales de la minería, el petróleo, las semillas genéticamente modificadas y los agroquímicos así como sobre la emanación de gases de efecto invernadero proveniente de las ciudades superpobladas y sobre todo de las plantas industriales que no invierten para evitar la destrucción de la capa de ozono. 

Será el primer jefe del Vaticano en concurrir a una asamblea anual de la ONU y distará mucho de ser una visita de cortesía. Entre las pocas personas que tendrán reunión privada con Francisco ese viernes estará Vladimir Putin. Cabe recordar que Rusia no concurre desde hace una década a las sesiones del organismo internacional y que en esta oportunidad lo hace bajo la presión de las sanciones económicas y financieras impuestas por la Unión Europea que ayer decidió extenderlas por seis meses más. Las medidas consisten en congelar cuentas y prohibir a los países de la Eurozona tener relaciones comerciales con una lista de 40 empresas rusas, muchas de ellas del área energética. Se mezclan los intereses geopolíticos en dos zonas calientes como son Siria y Ucrania con negocios de alto vuelo en materia petrolera. El Papa, una vez más, se involucró en esas graves tensiones y tiene una relación muy cercana con Putin, a quien recibió en el Vaticano en junio pasado. 

Concluida la etapa neoyorquina, Francisco irá a Filadelfia, la ciudad donde se firmó la independencia de los Estados Unidos, y allí tendrá actividades hasta el domingo por la noche, cuando abordará el avión que lo lleve de regreso a Roma. Serán nueve días en total, dos más de los que fueron necesarios para crear el mundo según la Biblia y uno menos de los que, según John Reed, conmovieron al mundo en aquella revolución bolchevique de 1917.