El nuevo Plan Cóndor neoliberal

Manuel E. Yepe
Alainet [x]

Así como en las décadas de 1970 y 1980  tuvo lugar un Plan  Cóndor -que era una operación de
coordinación criminal y apoyo mutuo entre las dictaduras del Cono Sur del continente americano bajo supervisión de la CIA para asesinar, espiar, vigilar, secuestrar, torturar e intercambiar personas ilegalmente entre países, sin tener en cuenta fronteras, soberanías ni derechos nacionales- hoy America Latina sufre un nuevo “Plan Cóndor” para reimplantar el neoliberalismo.

Aquel Plan Cóndor fue una de las diversas operaciones que se realizaron en el marco de la
siembra de dictaduras militares en el Cono Sur americano para aplicar la teoría de la Seguridad
Nacional de Estados Unidos y dejar a los pueblos atrapados bajo gobiernos terroristas de
Estado, presuntamente para combatir el peligro del comunismo.
Participaron en aquella Operación o Plan Cóndor, con mayor o menor grado de involucramiento,
los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América que Washington había impuesto o aprobado en
Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador y, por
supuesto, con Estados Unidos como jefe de la banda. “Hoy América Latina vive un plan golpista
no convencional contra los gobiernos progresistas. Un nuevo Plan Cóndor para reimplantar el
neoliberalismo: ya no mediante dictaduras militares, sino a través del poder combinado de los
grandes medios, los empresariados nacionales, los partidos de derecha y los gobiernos de las
grandes potencias”, según lo ha denunciado la emisora multinacional latinoamericana TeleSur.

Entrevistado por TeleSur, el analista y periodista Miguel Jaimes identificó la nueva operación
como de bajo perfil, si se le compara con los golpes de estado promovidos por Occidente en el
Medio Oriente -caracterizados por la implantación de conflictos con empleo de armamento bélico
propio de las guerras. En América Latina lo que se han estado promoviendo son juicios políticos
como el aprobado contra la mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, y como el que se intenta
imponer a la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández contra el fantasma de su liderazgo.

Por su parte, el investigador Adalberto Santana dijo que lo que pretende Estados Unidos con su
actual versión de Plan Cóndor es desmontar los gobiernos populares, para mantener o recuperar
su dominio sobre los procesos políticos para custodiar los recursos petroleros, ambientales y
económicos que ambiciona de la región. Buscan crear desesperanza en la población, frenar los
programas sociales de los gobiernos populares y acabar con la imagen de los liderazgos
revolucionarios en la región, empleando a los medios de comunicación para generar el rechazo
ciudadano.

Aunque la estrategia básica en esta nueva versión de Plan Cóndor no excluye la violencia armada
ni los atentados contra dirigentes populares para eliminar liderazgos en los movimientos
sociales y partidos de izquierda, y sembrar desmoralización y miedo en las bases (recordar los
asesinatos de la líder indígena Berta Cáceres en Honduras y del diputado Robert Serra en
Venezuela),  las características distintivas de este modelo golpista son el ataque directo a la
economía y a los aparatos productivos de los países seleccionados.

Objetivo esencial de estas acciones –más allá de su expresión terrorista- es afectar las
fuentes de financiamiento de los programas sociales que son la  base del apoyo popular a los
gobiernos progresistas. De ahí que pongan énfasis, por ejemplo, en el desabastecimiento de
productos básicos de consumo. El financiamiento por Washington –y algún que otro aliado suyo–
de partidos y ONGs opositoras también es importante en esta guerra no convencional. Mediante el
empleo de recursos para promover la subversión con métodos especialmente diseñados han logrado
la inclusión de una parte de la juventud de clase media como punta de lanza de las protestas
derechistas.

Organizaciones no oficiales estadounidenses como la USAID y la NED, señaladas de ser promotoras
del golpe de Estado de 2002 en Caracas, han sido las encargadas de organizar la violencia en
las calles con el empleo de jóvenes a los que utilizan y pagan. Los medios, después, se
encargan de convertir los actos de violencia de calle en “síntomas del descontento social”,
“señal del caos económico” o “prueba de la represión policial”.

Ciertamente, si algún actor sobresale en este nuevo Plan Cóndor neoliberal para América Latina,
es el poder mediático. Constantes campañas informativas que criminalizan a los gobiernos de
izquierda y un torrente de noticias de alto impacto tienen el propósito de influir en
determinados sectores de la población para provocar temor, hastío y, finalmente, su
posicionamiento político.

Los medios, hoy, en el actual Plan Cóndor neoliberal diseñado en Washington, juegan el papel de
los militares golpistas de Latinoamérica en los años 70 y 80 del siglo XX.