Macri: negacionismo y neoterrorismo de Estado

José Steinsleger
(La Jornada)
Publicado el 22 de marzo de 2017

En un clima de creciente tensión social y gran incertidumbre política, Argentina recorre la tercera semana de manifestaciones multitudinarias contra la política económica y entreguista de Mauricio Macri.


Para hoy (miércoles 22) se prevé el arribo de la Marcha educativa federal a Plaza de Mayo, donde en simultáneo con el tercer paro docente por 48 horas tendrá lugar la conmemoración del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia y año 41 del golpe cívico-militar de 1976.

A mediados de enero pasado, Macri despachó un decreto nacional de urgencia (DNU) con el fin de mover el emblemático feriado del 24 de marzo y hacer actos de recordación y homenaje que abarquen a todas las generaciones y a toda la sociedad argentina en su conjunto (sic). Pero frente al repudio nacional, el DNU quedó sin efecto.

Sin embargo, el intento de impulsar un concepto de reconciliación nacional (sic) que busca poner fin a la búsqueda de memoria, verdad y justicia frente a los crímenes del genocidio en 600 centros clandestinos de detención prosiguió con otras provocaciones de baja estofa.

En días pasados, a un mes del 40 aniversario de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, conducido por Horacio Rodríguez Larreta, colocó monolitos de 100 kilos alrededor de la histórica pirámide y sobre los pañuelos de las madres pintados en las baldosas de la plaza. A modo de museo de sitio, los monolitos exhibían imágenes describiendo la historia, de la Colonia a la actualidad, secuencia que cínicamente omitía a las madres, símbolo mundial de los derechos humanos.

El desprecio del macrismo por la memoria del pueblo argentino no es casual ni circunstancial. Según el investigador Pablo Llonto, “…la verdadera voluntad del gobierno apunta a cercenar derechos y, en materia de juicio y castigo a los responsables del terrorismo de Estado, su eje persigue la libertad de los genocidas y la impunidad para los responsables civiles del horror y la muerte”.

En el libro colectivo Macri lo hizo (Ed. Peña Lilio, Buenos Aires, 2016), Llonto estima que la política de Macri y Claudio Avruj (secretario de Derechos Humanos), “…responde sin dudas al oprobioso editorial del diario de los Mitre ( La Nación), que en su editorial del 23 de noviembre de 2015 recurrió a un título revelador: ‘No más venganza’”. Texto que mereció el duro repudio de los propios trabajadores de un medio que nació para justificar el genocidio de Argentina y Brasil en la guerra del Paraguay (1864-70), y defender, desde entonces, las políticas oligárquicas y pro imperialistas.

Los registros de Llonto son demoledores. El programa Memoria en movimiento (dependiente de la Secretaría de Comunicación Pública) sufrió mermas y pasó a llamarse Unidad de ética y moral de las fuerzas (sic)… pero con funciones distintas a las que tenía. Y en la Secretaría de Derechos Humanos (que depende del Ministerio de Justicia) fueron despedidas 55 personas.

Asimismo, se desmontó el programa Verdad y Justicia, que elaboraba informes sobre la situación represiva de diversos destacamentos de las tres fuerzas armadas (utilizados como importante prueba para los jueces), e igual suerte corrieron las áreas de derechos humanos del Banco Central y de la Comisión Nacional de Valores donde se revisaban sistemáticamente, archivos, documentación y legajos para realizar aportes a los juicios. “Por lo que hoy – añade Llonto– no hay dependencia estatal en la que se estudien, investigue y redacten las conclusiones para los fiscales o magistrados.”

Llonto apunta que en la provincia de Buenos Aires, el nuevo secretario de Derechos Humanos, Santiago Cantón, eliminó la Dirección Provincial de Políticas Reparatorias, dependencia que desde 2012 buscaba la reparación integral de las víctimas, dejando sin efecto la posibilidad de profundizar sobre las complicidades civiles y empresariales, de los medios de comunicación, eclesiásticas y de la justicia.

Cantón removió la señalización de 40 centros clandestinos, que facilitaba el recorrido de localidades donde el mundialmente prestigiado Equipo Argentino de Antropología Forense obtuvo 2 mil 66 muestras de sangre de familiares de desaparecidos. Por su lado, el ministro de Justicia, Germán Garavano, ordenó que 11 mil notas del archivo digital Infojus dejaran de estar disponibles o accesibles (83 por ciento del contenido de la agencia y con ello buena parte de la historia de las sentencias de lesa humanidad y de los juicios orales).

Igualmente, Llonto informa que varios cargos oficiales fueron ocupados en la provincia por partidarios del terrorismo de Estado: Juan Ignacio Hartridge, (sobrino del dictador Videla), coordinador de prensa en el municipio de Morón; Santiago de Estrada (secretario de Seguridad Social en la dictadura) fue nombrado secretario de Culto en la cancillería, y Juan Manuel Lucioni (asistente a los actos de homenaje a militares organizados por la Unión de Promociones del Ejército), oficial de secretario de Seguridad en el municipio de Tres de Febrero.

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Publicado el 29 de marzo de 2017

Luego del segundo recreo, las autoridades del colegio dispusieron que nos fuéramos a casa. Pocas horas después, a las 12:40 pm del 16 de junio de 1955, empezó el bombardeo aéreo en Plaza de Mayo. Desde la azotea del edificio donde vivía, divisé el espectáculo con mi familia y vecinos, pasándonos el único prismático disponible.

El vecino del 1°D descorchó una botella de vino, otro arrimó carbón para los choricitos y las señoras se pusieron a freír empanadas. El odioso del 4°B y el presumido del 5°A, que no podían verse, se confundieron en democrático abrazo: ¡Viva la Patria, carajo! Y cuando un boletín oficial comunicó que las clases quedaban suspendidas en todo el territorio nacional, salté con alegría y corrí al conventillo (vecindad) de Enzo. Donde para mi sorpresa, el aire se cortaba con cuchillo.

Para el capitán de fragata Jorge Alfredo Bassi, los deseos se habían hecho realidad. Al escritor Isidoro Ruiz, confesó que tanto le había impactado el relato del piloto japonés Mitsuo Fuchida (líder de la primera ola de ataques sobre Pearl Harbor) que lo hizo imaginar la Casa Rosada ardiendo como aquella base estadunidense en el Pacífico.

Desafortunadamente, en la Plaza de Mayo y calles aledañas, en lugar de buques de guerra o portaviones, sólo circulaban transeúntes en un día laborable y rutinario más. Así es que libertadores de la Armada como Bassi, se conformaron con abrir fuego sobre un autobús escolar lleno de niños que quedó carbonizado, y contra 308 civiles despedazados por la metralla aérea.

Las clases se reanudaron y mi compañero Bruno apareció con una cinta negra y gruesa, cosida en la manga del guardapolvo blanco. Por primera vez, oí a un niño de mi edad decir algo que me parecía inconcebible: mi papá murió en el bombardeo. Ya no entendía nada de nada, y menos cuando el maestro nos explicó que el papá había muerto en defensa de los trabajadores.

Tres meses después, Perón fue derrocado. Los vecinos redoblaron su alegría, y los del conventillo su tristeza. Socialistas y conservadores, radicales y comunistas, intelectuales progre y liberales, celebraron el golpe cívico-militar-eclesiástico. Y mis amiguitos me emplazaron a elegir entre ellos y Enzo, a quien civilizadamente calificaban de negro y peronista.

Dado que el entorno familiar se decía democrático y liberal, me tomó años entender que el cuadro referido, daba cuenta de una larvada realidad social. La historia venía de lejos. Pero 1955 actualizó el acta de nacimiento de las oligarquías, para dar paso a una violencia racial y clasista, metódicamente cultivada por sus pontífices culturales, que a partir del 24 de marzo de 1976 alcanzó cotas sublimes de abyección y degradación.

Toda memoria es selectiva. No obstante, no hay memoria neutral, o sin conciencia que explique sus contenidos. Por esto, a 62 y 41 años de los hechos referidos, sólo puedo valorar con emoción la conciencia renovada de millones de jóvenes que en las calles de Buenos Aires y otras ciudades del país, se movilizaron para conmemorar el 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

Un día que para las autoridades del gobierno de Mauricio Macri (hijos y nietos de los genocidas de 1955 y 1976), fue aprovechado para denostar una vez más a los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, que a juicio de ellos habrían politizado la causa de los derechos humanos.

Por ejemplo, el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, dijo: Hoy tenemos otra otra agenda, con los derechos humanos de los vivos. Pero en sus tuits, el apolítico ex gerente de la editorial Random House Mondadori, aseguraba que su golpe de Estado favorito había sido el de 1955. Y el célebre periodista mercenario de Clarín Jorge Lanata, exhumó un lamentable texto del filósofo búlgaro Tzvetan Todorov (1939-2017), para retomar la infame teoría de los dos demonios.

En el diario español El País (Un viaje a Argentina, 7/12/10), Todorov comparó a las organizaciones guerrilleras de los años 70, con… el genocidio de Camboya (sic). Emulando al genial Rudyard Kipling y aquellos escritores colonialistas del siglo XIX, el galardonado Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2008) aseguró que, a pesar de visitar por primera vez Argentina y haber permanecido una semana en Buenos Aires, vio cosas que a “…los habitantes del lugar se les escapan”.



Así pues, Todorov leyó que en el Catálogo Institucional de la Memoria se dice: Indudablemente, hoy la Argentina es un país ejemplar en relación con la búsqueda de la Memoria, Verdad y Justicia. Estimación que el laureado búlgaro comentó muy comedidamente: Pese a la emoción experimentada ante las huellas de la violencia pasada, no consigo suscribir esta afirmación.


Todorov añade que en ninguno de los lugares de la Memoria visitados observó “…el menor signo que remitiese al contexto en el cual, en 1976, se instauró la dictadura, ni a lo que la precedió y la siguió…”. Su conclusión, las causas nobles no disculpan los actos innobles, cayó de perillas entre los ilustrados y cínicos exégetas del terrorismo del Estado, que en 2015, así como en 1955 y 1976, volvieron al poder. Aunque esta vez, democráticamente