El zoológico de Buenos Aires

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Arq. Carlos Libedinsky*´

Publicados en la Revista de Arquitectura del diario La Razón Nº 3, diciembre de 1998

Ante las noticias de una modificación del zoológico entiendo que convienen repasar sus muy especiales características históricas y morfológicas y revisar sus antecedentes.

El zoológico de Buenos Aires no es un zoológico cualquiera. Está cargado de memorias importantes. Erigido en sus dos sucesivas ubicaciones en los terrenos de los jardines de Palermo, laboriosamente forestados por la tenacidad de Rosas, fue librado al público por el presidente Avellaneda y creado por el impulso de Sarmiento.

Fue su primer director el sabio naturalista Eduardo Holmberg, el segundo, el renombrado Clemente Onelli y su tercer director Adolfo Dago Holmberg, que le completó su casi formación actual.

La obra superpuesta de todos estos apasionados que no fueron hombres comunes, sino personajes altamente representativos de nuestra historia política y científica, dio un conjunto de características muy excepcionales en su época.

Resultado de imagen para zoologico de buenos airesClemente Onelli en 1914 escribía así: ” La opinión general es que sobrepasa en mucho a todos los similares los europeos no siendo a nadie el segundo”..” Mantiene siempre el récord de visitante sobre los demás jardines zoológicos del mundo, comprendido el de Nueva York, donde no hay crisis ni guerra”. Probablemente en 1914, la opinión del extravagante director Onelli fuera exagerada para ese momento, pero después de la segunda guerra mundial, estas apreciaciones seguramente  hubieran sido aproximadas.
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LA GUERRA Y LOS ZOOLÓGICOS

Efectivamente, al “Tiergarten” de Berlín fueron a parar los ejemplares más notables y difíciles de conseguir que contaban los zoológicos de los países conquistados por el “eje”, especialmente los trasladados de Praga, de Pilsen, de Polonia. Y este zoológico alemán  precisamente fue absolutamente destruido por la guerra con inclusión de la  casi totalidad de los animales que conformaban su extraordinaria colección.

Resultado de imagen para zoologico de buenos airesHasta ese momento el zoológico más renombrado había sido el de Hamburgo. Este, también desapareció casi sin dejar rastros, por efecto de las bombas que dejara caer la aviación aliada sobre la ciudad que lo contenía. Se perdió allí la más importante colección zoológica ya que desde los tiempos del mítico aventurero-comerciante-zoólogo Karl Hagenbec, éste zoológico actuaba como “bolsa” de animales comercializando a jardines y circos, las especies que capturaba su staff de cazadores diseminados por todo el mundo.
El famoso zoológico de Amberes fue reducido a cenizas por una bomba voladora “V 12″, provocando el desbande de los animales que fueron luego perseguidos con ametralladoras y aniquilados casi en su totalidad por el peligro que significaban diseminados por la ciudad. También en Londres fueron fusilados los ofidios en previsión de un bombardeo que los liberara de sus receptáculos y estos se infiltraran en la ciudad.

El “Jardín de Aclimatación” de París debió sacrificar la mayor parte delas aves y mamíferos para alimentar a los hambrientos parisinos, y además porque no se los podía mantener. Se usaron también sus espacios para cultivo y fines bélicos. Cosas parecidas sucedieron en los zoológicos menos relevantes de Roma, de Bruselas, de Budapest.
Esta situación provoco que, finalizada la guerra, prácticamente no quedaran en Europa, a excepción de Londres, (que también fue dañado aunque en menor medida), zoológicos que tuvieran sus estructuras originales.

TIPOLOGIA DEL ZOOLÓGICO FINISECULAR

Estos zoológicos europeos habían poseído las características casi constantes que conformaban el criterio finisecular de exposición zoológica.

Se construía para los animales jaulas  o cobijos típicos de sus regiones de origen. Pero no de animales, sino imitaciones de viviendas de lo hombres y aún de sus templos.  Bizarro criterio entre ingenuo y didáctico que desarrollaron los arquitectos de su época.

A ésta tipología adhirieron las obras de Ludwig, el arquitecto municipal del período dirigido por Eduardo Holmberg, implantó en el zoológico.

Onelli sobreimpuso una nueva fisonomía. Todo lo construido se volvió clásico. Templos romanos, columnatas y erectiones aparecieron por doquier, cobijando fieras sirviendo de confiterías o albergando sanitarios, mientras que magníficas esculturas y aún ruinas auténticas, decoraron sus jardines.
Onelli paseando la jirafa

Con el tiempo, los destruidos zoológicos europeos, se reconstruyeron, en el mismo lugar, o bien, trasladados. Pero, obviamente, cambiaron su arquitectura original por otra correspondiente a sistemas  más adaptados a las nuevas tendencias de exhibición que ya no admitían animales enjaulados.

Mientras tanto, el zoológico de Buenos Aires, seguía milagrosamente preservado con la obra de sus creadores casi intacta gracias a que permanentemente hubo proyectos de crear nuevos zoológicos o de trasladar el existente y en los cuales  se pensaba agiornar los criterios.

Maravillosa condición argentina. Cada director tuvo que tener su propio proyecto de zoológico en ubicación distinta de los demás intentos y de la ubicación para la que fuera designado.

NUEVOS PROYECTOS DE ZOOLOGICO

En efecto, en 1905 a poco tiempo de instalado su segundo director, ya existía el proyecto de una nueva sección del zoológico en las cuatro manzanas adjuntas a la existente. Este proyecto, finalmente, no prosperó por ser necesario expropiar terrenos particulares.

Resultado de imagen para zoologico de buenos airesEn 1924, también bajo la dirección de Clemente Onelli, se proyectó el traslado al que se denominó “Jardín Zoológico de Sur” en el barrio de Parque de los Patricios, con asesoramiento del famoso paisajista J. C. Forestier. Las obras se comenzaron y se conformó un zoológico muy a la italiana, pequeño pero exitoso en un principio. Este fue decayendo y terminó demolido definitivamente en la década del treinta sin que su construcción se hubiera completado.

En 1933 bajo la dirección de Adolfo Holmberg, el tema surge nuevamente.  Dado que la instalación de ese momento no permitía exhibir en las condiciones científicas adecuadas, los valiosos ejemplares con que la institución ya contaba (se habían adquirido en Hamburgo importantes colecciones de animales) se somete a estudio la adquisición de terrenos pertenecientes a la sucesión Saavedra Zelaya. En 1942, bajo la dirección de Mario Perón, se dispuso efectivamente el traslado, iniciándose las obras  en el año 1948 bajo la dirección del arquitecto Campos Urquiza. Y estas obras también se detuvieron en 1952, rescindiéndose en 1954 el contrato con la empresa constructora después de un engorroso conflicto que se inició al poco tiempo dela contratación.

En 1966 bajo la dirección de Ugarte se consideró que el zoológico debía instalarse en el ya diseñado Parque Almirante Brown, encargando el proyecto al equipo de los arquitectos García Vázquez, Achaval Rodríguez, San Pedro y Cosentino.

Finalmente, en 1978, bajo la dirección de Gerardo Uribe, se adjudicó al consorcio “Interama” el proyecto, construcción y explotación de un parque zoofitogeográfico que debía inaugurarse en noviembre de 1980 en una extensión de 136 has. y que como todo el mundo sabe, nunca se inició.

Resultado de imagen para zoologico de buenos airesTodos estos periódicos amagos de traslado lograron que nunca se cambiara radicalmente el esquema original ni los edificios del zoológico primitivo en el cual solo hubo modificaciones olvidables que no alteraron su imagen  original y que no cumplían sus funciones, por lo que dejaron de usarse. En esa condición su mala construcción está provocando su rápida autodestrucción como la de los casettes de la serie “misión imposible”.

EL ZOO Y LA MEMORIA COLECTIVA

Esta serie de circunstancias casualmente afortunadas para nuestro zoo, sumada a los hechos ya descriptos de la guerra para los europeos han provocado que, actualmente el zoológico de Buenos Aires sea un único y extraordinario documento testimonial de la arquitectura zoológica forma de vida y el paisajismo de una época.

La inacción tuvo, en este caso, un resultado altamente conservacionista

Esperemos ahora que las obras que encare la actual administración no se basen solamente en conceptos técnicos zoológicos, comerciales o de financiación.

Estos pueden aplicarse en cualquier otro espacio libre de Buenos Aires, de dimensiones más adecuadas.

Este particular zoológico, que tiene además la peculiaridad de estar instalado en el centro de la ciudad, es hoy más que nada, un testimonio. No reo que persona alguna de esta ciudad no contenga su imagen dentro de repertorio de sus recuerdos emotivos.

Y en esto reside su importancia. No en su  hoy menguada dotación de especies. Echamos de menos, hoy, los elementos lúdicos que contuviera el proyecto original. No obstante, sus viejas instalaciones de diversión podrían rehacerse tal cual lo fueron originalmente.  Esto es gracias a la extraordinaria documentación existente al respecto.

Enorme cantidad de postales de la primera década del siglo y aún posteriores están dedicadas a reflejar minuciosamente todos sus aspectos, lo que refleja la importancia que se adjudicaba en esos tiempos.
Todos los estupendos y variados catálogos editados en 1910 para las festividades del Centenario, documentan también sus instalaciones y muchos contienen además fotos de Onelli figurando entre las personalidades más conspicuas de la época.

Las guías del zoológico, por último, editadas de 1904 en adelante documentan también su interesante evolución.

EL ANTECEDENTE INGLES

Por ésta razón es que antes de demoler nada, sería interesante analizar las posiciones que entre 1959 y 1963 ante una situación similar de reconstrucción, sustentó la Zoological Society de Londres.

También sus sustanciosas discusiones con e Greater Countty Council, con el influyente ” Council for Nature”, ala sazón presidido por Sir Landsborough Thompson y asesorado por Sir Julien Huxley, y con la consultoría arquitectónica que estaba a cargo de Sir Hunh Casson.

En ellas al tiempo que se deploraba la pérdida de las piezas de arquitectura ya demolidas, figuraba el deseo unánime de respetar al máximo las instalaciones existentes, aún conscientes de su desactualización funcional.

Este antecedente inglés es particularmente importante por varias razones.  Primero porque el de Londres, a la vez de ser igual al nuestro, un zoo del siglo pasado medianamente preservado, se encuentra dentro mismo de la ciudad en una posición de alguna manera equivalente al de Bs. As. Segundo, porque el zoo londinense fue la principal inspiración de Ludwig, y por lo tanto, sus similitudes son obvias. Tercero, porque en la reconstrucción de este zoológico municipal concurrieron donantes privados, cuyos nombres figuran en las denominaciones de sus sectores patrocinados. Y cuarto, por el nivel de  las instituciones y personajes que intervinieron en ese interesante y debatido proceso.

En base a las premisas acordadas a través de todo ese nutritivo clima dialéctico que tuve oportunidad de conocer, surgió un resultado construido que,  de es amanera, contó con el consenso de las diversas opiniones representativas de la ciudad.

EL PELIGRO DE LAS AMPUTACIONES

Temo las amputaciones, que son  siempre actitudes  definitivas.

Por lo que pudiera suceder, me adelanto en abogar por la preservación de cada uno de los edificios originales aunque no sirvieran para nada más que como testimonio. Son, individualmente, edificios pequeños que no conviene destruir

Abogo también, por la mantención completa de sus estupendas rejas exteriores.

Este conjunto, que siguió los lineamientos de los ya existentes “Portones de Palermo”, no se construyeron como ellos en los renombrados talleres “Vasalli” de Buenos Aires. Las rejas del zoológico son un irrecuperable conjunto preservado casi completo, importado, en su oportunidad, de Europa y mantenido un siglo en la misma ubicación.

Amputarlo y llevarlo a los galpones Municipales puede tener el mismo final del Pabellón de las Artes, desarmado para la ampliación de la Plaza San Martín, y que desapareciera totalmente pieza a pieza de los almacenes comunales consistiendo en el más inimaginable robo-hormiga del que se tenga conocimiento.

Las rejas del  zoológico son parte de la memoria ciudadana. Cada vez que paso por la desabrida plaza  que reemplaza a la ex -cárcel de Las Heras añoro su vieja edificación almenada lamentando su radical demolición. Me pregunto, por qué no se habrán mantenido sus  fachadas exteriores que hubieran permitido con sólo abrirle puertas en sus muros, la existencia de la plaza y al mismo tiempo conservar un testimonio tan importante.

No sería bueno agregar una nueva añoranza a la ciudad que todos queremos.

Comentario sobre la actual subasta de la concesión del Jardín Zoológico Municipal

Debo admitir que, en principio, no me parece la mejor solución la subasta de la concesión de un zoológico cuyos edificios constituyen el mayor conjunto patrimonial de la Ciudad de Buenos Aires y se encuentran altamente degradados por la acción  desaprensiva de los concesionarios.

Entiendo que un bien tan preciado histórica y patrimonialmente no debe entregarse a quien aporte un canon mayor que no sería, además, la mayor inversión que el concesionario debiera realizar ya que el estado general del conjunto es altamente deficiente y necesita urgente restauración  y puesta en valor.

El estudio y la consecución de planos, folletos, postales, libros y fotografías de época, para compilar toda la documentación disponible, han demandado al suscripto al menos dos años completos y, es de hacer notar, que se trataba simplemente de completar un material recogido previamente durante años.
Quien deba hacer este esfuerzo para que la restauración sea rigurosa, deberá invertir, además del tiempo una ingente suma de dinero y probablemente no logre compilarla.

En el mejor de los casos y logre hacerlo, le llevará otros dos años la restauración y después de estos cuatro años transcurridos le quedara un solo año de esta corta concesión de cinco años.

No siempre las gestiones de particulares son mejores que las oficiales y hay valores (los edificios del zoológico lo son) que no debieran ser objeto de negociación económica.

La veracidad de este aserto se patentiza  en los deplorables resultados para la Ciudad de la concesión a particulares  de los últimos años.

Con respecto a los edificios, las bases solo enumeran las reparaciones que se deben realizar en algunos de ellos, lo que solo significa tareas de mantenimiento.  No es ésto lo que necesita el zoológico, sino su puesta en valor, retrotrayendo los edificios a su proyecto original, cosa que hay muy poca gente capacitada para detectar como fueron y demoliendo los edificios y las adiciones insensibles a edificios existentes que desmerecen esta obra tan notable y tan cargada de historia en sus ochenta primeros años.
Deben retrotraerse a sus funciones originales los distintos recintos de animales ya que, dentro de la tipología Hagenbeck, las moradas de los animales correspondían a la arquitectura  de la región de la que procedían, lo que contenía un propósito didáctico a la vez que pintoresco.

No es correcto que el falso castillo alemán, por ejemplo, destinado a los osos europeos se haya convertido en el recinto para los pájaros de la selva tropical

Respecto a las esculturas, entiendo que es un error incluirlas en cajas transparentes dado que los artistas no las crearon para ser exhibidas de esa manera que cambiaría probablemente su sentido estético y comunicacional.

Entiendo que una concesión debiera otorgarse con instrucciones mucho más precisas sobre el accionar en las estructuras patrimoniales, cosa que no puede hacerse en este momento sin detentar bases consistentes.

Creo que el llamado a subasta puede prorrogarse o suspenderse, según lo que figura en las actuales bases sin notable detrimento para el organizador.  Por el contrario, una subasta planteada en las condiciones actuales dejará al zoológico por los próximos cinco años con construcciones de tipologías que degradan su imagen y que la adecuada ausencia de publicidades prevista sólo logrará atenuar.

Es probable, asimismo  que, particulares o instituciones ligadas a la preservación patrimonial expresen u organicen protestas que patenticen su descontento por esta interminable situación que hoy tendríamos una oportunidad de resolver.

Serían también muy observables por una razón o por otra, las opiniones del jurado de evaluación  sobre el cumplimiento de indicaciones tan difusas y que el ofertante, por su cuenta,  debiera precisar.

Opino, además, que realizando las obras de restauración de una manera ejemplar se lograría el patrocinio conceptual de prestigiosas instituciones internacionales que abrirían vías a su financiación y el  patrocinio  económico de empresas locales  que reemplazarían  de manera más institucional las estridentes  publicidades actuales.

*Director de la Escuela de Posgrado de la Facultad de Arquitectura UBA